"Alicante guapa, guapa,
guapa", como le gusta decir a la alcaldesa cada vez que tiene un
micrófono a su alcance, muestra en estos días su verdadero rostro,
el rostro de una ciudad gobernada para el lucro de unos pocos.
Alfombrada de papeles y de hojas muertas que el viento, como en la
canción, arrastra allá o aquí. Adornada de montañas de basura por
una huelga legitima y necesaria, montañas que conviven con las
terrazas llenas de gente que chatea ajena a la realidad. Una realidad
que emerge de los contenedores desbordados que reclaman apoyo a unos
huelguistas, obreros maltratados por una legislación que ampara
EREs, despidos y recortes para mantener el beneficio de mafiosos y
especuladores, gentes de “bien” que piensan que el trabajador es
una mercancía para utilizar y estrujar, una mercancía que permite
cuadrar la cuenta de resultados.
domingo, 26 de enero de 2014
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