"...Quien siempre sabe a donde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."
(Javier Cercas, La velocidad de la Luz)

sábado, 15 de febrero de 2014

La fotografía. Relato

(Texto que envié al concurso Relatos en cadena y que fue finalista en la primera semana de mayo de 2010 por lo que aparecía en la página de dicho concurso. He detectado que el enlace ya no lleva al relato por lo que he decidido colgarlo en mi blog)

Hasta que decidimos volver a colgarla en la pared, la fotografía fue de mano en mano. Era una foto vulgar, una pareja joven saludando bajo el letrero de una estación de tren. No recuerdo el lugar, pero lo impactante, lo que atrapó nuestra atención, fue lo que ocurría a sus espaldas. Era algo que no se apreciaba a primera vista, que pasaba desapercibido. Un detalle en el margen, un poco desenfocado, que cuando captaba tu atención dominaba la escena, te atrapaba, no te daba tregua. Un abuelo se tiraba a la vía, al paso de un tren sin parada, mientras miraba fijamente a la cámara.

Instante 49. La noche sin sueño

El viento ha cesado. La luna ilumina tu ventana a través de unas nubes dispersas, deshilachadas. La noche tranquila, callada. Su silencio invade la habitación, tan solo el ruido del teclado y el de alguna tos lejana llegan a tus oídos.
Buscas la palabra justa, la expresión precisa (la obsesión por lo conciso siempre te ha rodeado) con la que plasmar el desconcierto que te atrapa, ese cansancio familiar ante tanto dolor y tanta penuria. Das palos de ciego y no encuentras salidas, solo vislumbras un espacio sin luz, espacio en el que la iguana de Garcia Lorca devora lentamente los ojos de aquellos que no sueñan, de aquellos que perdieron el impulso vital bajo horas perdidas por la rutina, por la eterna repetición de los mismos agravios. 
El viento ha cesado y la luna ilumina las montañas de basura, donde las cucarachas pululan a sus anchas devorando los restos que no se comió la iguana.