"...Quien siempre sabe a donde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."
(Javier Cercas, La velocidad de la Luz)

sábado, 31 de julio de 2010

fin de las vacaciones

Treinta y uno de julio, corazón del verano, del bochorno y el sudor continuo. Terminan mis vacaciones, ese oasis alejado de la noticia. Ese tiempo sumergido en la lectura, la playa y los vinos nocturnos. Ese espacio rebozado de siestas, duchas y paseos a la fresquita. Ese vuelo sin alas, mecido por la brisa, bañado por esa gota de sudor furtiva, salina. 

No he aterrizado aún y me topo con la, por esperada, no menos temida reforma laboral. Aprobada entre daiquiris, cañas y mojitos para que nos la traguemos sin darnos cuenta, en un suspiro, como una tapa de pescado frito a la orilla de la playa. 
Una reforma que por desconocimiento no puedo criticar abiertamente, pero que mi intuición me dice... ¿Qué me dice?, mejor me lo callo y punto y aparte.
Una reforma que no contenta ni a unos ni a otros, (en privado contenta más a unos que a otros), mas no por ello es aceptable. Pretendidamente salomónica que, a modo de banderillas, prepara al toro para la estocada final. 
Una reforma que huyendo de la desregulación, dicen, nos regula, a los otros, a la baja... Quizás como primer paso.

sábado, 10 de julio de 2010

Una tarde tranquila. Relato

Era una tarde tranquila, mejor dicho, monótona. No había ocurrido nada que hubiera despertado su interés.
Años dedicado a la observación y vigilancia le habían creado el hábito de mirar sin descanso, podía estar horas y horas hasta que acaeciera lo esperado.
“Llevo apoyado en la ventana desde que terminé de almorzar y ya anochece, por lo que debería ir a la cocina y preparar algo de cena”,-pensó-, pero la sensación de que algo se cocinaba tras aquella calma lo retenía. No sabía el porqué, tan solo le inquietaba, le producía una curiosidad que debía de satisfacer.
Aunque era una calle apartada del bullicio, de la vorágine de la ciudad, nunca la había visto tan desierta, tan callada. Tres coches habían circulado por ella desde que él se asomara, no había visto pasear a nadie y solo un gato había roto el silencio. Las casas parecían vacías, ninguna luz se filtraba por las ventanas, ningún ruido, ningún movimiento, tan solo la brisa mecía de vez en cuando las hojas de los árboles. Y a pesar de eso él seguía allí, sentado, seguro de que tarde o temprano algo iba a suceder.
La tarde murió tranquila, tranquila llegó la noche y tranquilo amaneció el día. Encontraron al anciano muerto, apoyado en la ventana, con aspecto relajado, como esperando a que pasara algo, quizás no escuchó el aviso, no se coloco la mascara y murió por la nube de monóxido de carbono que cubrió la ciudad poco antes de anochecer.

viernes, 9 de julio de 2010

Tarde de playa


Esta tarde no trabajas y tras recorrer 10 kilómetros, quizás menos, encuentras un pequeño rincón de arena, que gracias al aeropuerto, (¿quién lo iba a decir?), permite que te aísles una pizca, que ya es algo, de las urbanizaciones y el bullicio. El mar a levante, tal vez algo escorado hacia el norte, azul, inmenso, profundo. De vez en cuando algún barco invade el horizonte. Tabarca a la derecha, como un submarino emergido al pie del cabo. Y Alacant a la izquierda, el Castillo, la Serra Grossa y detras, inmensa, la Aitana, custodiada por el Cabeço y el Puig Campana.
Las siete de la tarde, la gente poco a poco se va, desaparece del paisaje. Los colores, se vuelven más intensos al recibir una luz casi horizontal, para ir atenuándose, perdiendo los matices anteriormente alcanzados, según desaparece el sol tras las dunas.
Las nueve y media, anochece, la hora del último baño, la hora de recoger y recorrer esos trescientos metros que te separan del coche, ese espacio pequeño, inapreciable, pero que durante unos segundos te trasladará lejos, muy lejos, a un paisaje imaginado, acaso exótico, entre la arena y las dunas fósiles, entre el cielo frente a tus ojos y las olas a tu espalda.
Es tan solo una tarde de playa, el placer de un urbanita.

sábado, 3 de julio de 2010

Cuentos encadenados 20: Cambio climático

Las bajas temperaturas del invierno pasado causaron desconcierto y algún que otro conflicto entre los habitantes del pueblo. Nadie entendía la causa y eran múltiples y variadas las discusiones provocadas por el tema. Algunos argumentaban, y convencieron a la mayoría, que la situación era provocada por el exceso de vacas del pueblo de abajo, (ellos tenían las necesarias para mantener su ritmo de vida), y su influencia en los niveles de CO2, por lo que decidieron, a fin de evitar nuevas heladas, hacer una incursión y sacrificar a la mitad de los animales.
Mientras armados de machetes descendían por el camino nuevo, más ancho y más corto, confiados en que su acción era la correcta, no se percataron que, por el sendero viejo, subían los de la otra aldea, armados también, a resolver el problema del frío desmesurado.

Tarde de julio, tarde de calor

Las cuatro de la tarde, mejor no miro el termómetro, no averiguo la temperatura que nos aplasta, que nos sumerge en un equilibrio inestable entre realidad y sueño.
Afuera, en la calle, no corre ni el viento. Los pájaros pian escondidos en los árboles, los gatos duermen ocultos en las sombras y nadie pasea, nadie se arriesga.
Juega Brasil, buena escusa para no pisar el asfalto, para no ir al curro, para dormitar en el sofá ante este equipo sin magia, que gana sin convencer, sin ser fiel a su historia.
Una gota de sudor desciende por tu espalda, deambula por tus piernas y muere en el algodón de una sabana, suave de tanto usarla.
Avanza la tarde, el sol no afloja y, entre gol y gol de Holanda, despierto a dos realidades irrefutables, tengo que ir al trabajo y Brasil no gana el mundial.

viernes, 2 de julio de 2010

La última vez que hablo de la crisis, lo juro

Había decidido no hablar más de la crisis, de la especulación, de las hienas neoliberales y su risa, (siempre camuflada tras un rictus serio al ver los cadáveres que provocan sus políticas). Lo había decidido, es cierto, pero la afirmación de Zapatero: “Íbamos a reformar los mercados y ellos nos han cambiado a nosotros” me ha conmovido, ¿que le vamos hacer?.
Con la escusa de evitar una catástrofe mayor, el presidente ha claudicado a los dictados del FMI y demás bestias carroñeras, quizás no había otra salida, pero la claudicación absoluta al dogma único entristece y da miedo. ¡Que digo miedo!, ¡¡Terror!!.
Aturdidos por la situación, quizás conscientes que algunas protestas solo benefician a la derecha, que espera sentada el paso de féretro de este gobierno, los sindicatos han pospuesto la huelga general a finales de setiembre y hacerla coincidir así con una jornada de lucha europea. Está claro que el enemigo no es el gobierno, aunque muchas políticas suyas merecen un rechazo total. El enemigo real está fuera, quizás en Europa, por lo que la lucha tiene que ser amplia, transnacional, asociada a un proyecto europeo como mínimo.
Seria necesario crear la Europa social frente a la neoliberal, y eso solo puede hacerlo la clase trabajadora, porque, aunque creíamos que había desaparecido, la crisis nos ha descubierto que sigue existiendo, quizás algo despistada, algo aturdida, quizás algo desclasada y sin proyecto propio, pero sigue ahí.
No es cuestión de cargarse a un gobierno nacional, que poco poder tiene ya, sino cuestionar en la calle la política global de la Unión. Frente a la Europa de los mercaderes que nos domina, hay que crear la Europa de los ciudadanos, pero viendo la composición del parlamento europeo da la sensación que estamos muy lejos de conseguirlo, más bien a años luz.

jueves, 1 de julio de 2010

La alcaldesa, el suelo público y el gasto social

En Alicante, el Ayuntamiento quiere vender suelo público para hace frente a gasto corriente, algo no permitido por la ley para evitar la descapitalización del consistorio.
Dice la alcaldesa, que de lo contrario se irá a la bancarrota o se tendrá que llevar un duro ajuste en gasto social. Pero, ¿Donde están los ingentes ingresos obtenidos por la especulación y el boom inmobiliario?, en la ciudad se nota más bien poco, por no decir nada. La mayoría de las inversiones realizadas esos años han sido a cargo de fondos europeos, de la diputación, del gobierno central o en algún caso de la generalitat. Por ello me vuelvo a preguntar, ¿donde están los millones recaudados por las recalificaciones o los permisos de obras?.
Yo no conozco todos los datos por lo que es difícil afirmar nada, pero hay un dato relevante, Alicante tiene el ayuntamiento con más cargos de confianza percápita. A este dato podemos añadir otro, el nivel de gasto protocolario y de publicidad se disparó en esos años a niveles inverosímiles. ¿Estará Gurtel detrás de todo ello?. No se si estará, pero sospecho que Ortiz acabará con ese suelo a precio de ganga. Sobre todo despues de que el Hercules haya subido a primera.