"...Quien siempre sabe a donde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."
(Javier Cercas, La velocidad de la Luz)

lunes, 30 de mayo de 2011

Instante 18. Autoretrato

Como el agua no tengo forma.
Como la roca espero.
Como el gusano deseo volar.
Y como el zorro reniego.

El FMI. Organismo que vela por el equilibrio económico internacional

El Fondo Monetario Internacional, tiene mala prensa, pero es un organismo que vela por el "equilibrio" económico internacional, con el fin de evitar los desmanes que ocurren en ciertos países donde la corrupción y el despilfarro campa a sus anchas. Sus medidas solo pretenden poner orden y lograr el desarrollo "armónico" de dichos pueblos, controlados por una casta que solo atiende a su beneficio particular. Eduardo Galeano lo explica admirablemente en este video.


http://www.youtube.com/watch?v=L0gecUMUzCI&NR=1

domingo, 29 de mayo de 2011

Instante 17. Tormenta de verano

Tarde plomiza, destello difuso.
Tarde dispersa, fulgor tenue.
Tarde nublada, luz que se oculta.
Tarde oscura en la que llueve.

Vida atrapada entre rutinas.
Cuerpo que lucha y nos requiere.
Tarde. Bochorno. Vida perdida.
Luz que agoniza. Cuerpo de nieve.

sábado, 28 de mayo de 2011

No lo entiendo, sencillamente, no lo entiendo

La derecha no ha ganado todavía las elecciones generales pero ya ha metido un gol por la escuadra. Un gol en forma de 50 rancios volúmenes , del “Diccionario Biográfico Español”. La obra que consta de 40.000 entradas fue presentada ayer por Gonzalo Anes, presidente de la Real Academia de la Historia y financiada por el gobierno de España.
No entiendo que este gobierno llamado socialista, que promulgó la Ley de la Memoria Histórica, aunque después la abandonara a su suerte en manos de unos jueces deudores del franquismo, haya permitido la publicación, con dinero público, de este engendro del revisionismo histórico en el que Franco aparece como un gobernante católico, inteligente y moderado; y José María Aznar es definido como un político que trató y consiguió que España dejara de ser un país de segunda dentro del concierto internacional.
No entiendo que se haya financiado una obra que no menciona la represión franquista ni a las 150.000 victimas inocentes que la sufrieron.
Por ello no entiendo a que juega este gobierno, pues una cosa es ser tolerante y otra permitir y pagar con el dinero de todos la perpetuación de la mentira.
Para colmo de desfachatez y manipulación, Gonzalo Anes resaltó la importancia de esta obra y lamentó el éxito de las novelas históricas: "Me desanima esa literatura. Tergiversan la información".
No lo entiendo, sencillamente, no lo entiendo. 

jueves, 26 de mayo de 2011

Discurso imprescindible

No fuí, ni soy un seguidor de Julio Anguita. Considero que fue un lider con muchas sombras, quizás por su rigidez, quizás por cierta aureola dogmática que lo rodeaba, pero el tiempo le ha ido dando la razón en muchas cosas y hoy discursos como este, dado en extremadura en 1999 en homenaje a Saramago, se vuelven más actuales, más imprescindibles. En plena crisis global, en pleno dominio de los neoliberales y sus mercados,  las palabras que emitió ante ese auditorio se tornan proféticas, necesarias y clarividentes. Es la hora de la insumisión frente a la resignación, de la dignidad frente a la competitividad, de la claridad frente a la hipocresia. En definitiva es la hora de la rebelión frente a la muerte dulce de la alienación. Escucharlo.

http://www.youtube.com/watch?v=E67GjCRwpjA

lunes, 23 de mayo de 2011

Realidad tozuda

A veces soñamos y soñar está muy bien, pero la realidad es tozuda y nos despierta groseramente. El “molt honorable” con su sonrisa grotesca, con esa mueca tensa de imputado, trajeado o simplemente corrupto, (¿se han dado cuenta que se parece cada día más al señor Burns, el jefe de Homer Simpson?), nos recuerda que ha vuelto a obtener mayoría absoluta, que va a hacer lo que le de la gana, que se ríe de los jueces, (muchos de ellos amiguitos del alma), que se ríe de nosotros, como un Berlusconi cualquiera, porque la mayoría le vota, y eso, según él, le otorga impunidad absoluta, indecencia absoluta.
A veces soñamos sentados en una plaza, soñamos que somos muchos, que podemos cambiar el mundo, que podemos de forma tranquila rebelarnos, gritar basta, tomar la calle. Pero ojo, el enemigo es listo, tiene armas poderosas y mucho poder, mucho poder para perpetuar su estatus, para mofarse de nosotros, como este amante de los eventos, que nos quiere un huevo mientras nos jode acompañado de sus damas de honor, la Rita y la Sonia.
A veces la realidad se vuelve pesadilla y para que no lo olvidemos levanta acta un registrador de la propiedad gallego y lo guioniza, desde su periódico, un obispo laico travestido con lencería fina y tacones de aguja. Y para colmo de males, amenizan la escena una “Cospe” manchega y una “chati” madrileña de rancio abolengo bailando al son del “quejío” de un señorito andaluz que nos grita, “¡Adelante campeón!, son solo cincuenta centímetros y sin vaselina, sabemos que te gusta”.
A veces soñamos y es bonito soñar, pero no seamos como la avestruz y al cerrar los ojos creamos que la realidad se difumina.

sábado, 21 de mayo de 2011

Relatos de un asesino 11. Encargo rechazado

No recuerdo que detalles llamaron mi atención. Eran cosas sin importancia que empezaron a obsesionarme, objetos fuera de su lugar que juraría no haber tocado. Me sentía vigilado, sabía que había cometido un error, que había invadido un terreno prohibido y más pronto que tarde pagaría por ello. Aceptaba pocos encargos, siempre muy estudiados, intuía que usarían alguno para tenderme una trampa.
Aquella mañana cuando sonó el teléfono, pensé en no cogerlo, desaparecer unos días o quizás meses rondaba mi cabeza. La voz era directa, clara, expeditiva. Me indicó que abriera el sobre que había al lado del teléfono y no colgara, esperaba mi respuesta. El sobre, que no entendía como había llegado allí, pero empezaba a comprenderlo, era de tamaño folio, acolchado, no llevaba sello ni dirección. Dentro encontré dos cuadernos. En uno un dossier que me comprometía, plagado de datos que podrían llevarme a la cárcel. En el otro, toda la información necesaria para ejecutar un encargo que no estaba dispuesto a cumplir. Debía de matar a una joven y a cambio la información sobre mí sería destruida. Era el pago por haber liquidado a tres de sus chulos, por haberme inmiscuido en sus negocios. No es que valorara la vida de aquella muchacha, ella ya estaba sentenciada, si no lo hacía yo lo haría otro, matones no les faltaban, es que no soportaba que me dieran ordenes, yo elegía los encargos y no estaba dispuesto a cambiar a pesar de las posibles consecuencias. Rechacé la oferta y colgué el teléfono con brusquedad, supe en ese instante que había firmado mi sentencia, pero como no suelo arrepentirme de mis actos y ya estaba un poco cansado preparé una copa y me senté a esperar su respuesta. Sabía que esta sería implacable, solo era cuestión de tiempo, no sabía cuanto, aunque intuía que no demasiado.

viernes, 20 de mayo de 2011

La rebelión tranquila

Parecía que no podía ocurrir, que todo estaba encauzado, domesticado, adocenado; que no había focos de resistencia, pero mira por donde un pequeño libro, “Indignados” de Stéphane Hessel, ha sido la chispa que ha incendiado el panorama político de esta España dormida y aburguesada. No sabemos que podrá ocurrir, pero por el momento una parte de la juventud ha dicho basta y se ha plantado, ha dado jaque al bipartidismo, a la corrupción y a los mercados, y lo ha hecho de una forma no-violenta. Algunos que pintamos canas nos hemos adherido, compartiendo el mismo cabreo y las mismas ganas de algo nuevo, intentando deshacernos del escepticismo y del poso amargo de la derrota. Hacía falta su empuje, su civismo y su ilusión para darnos cuenta que estábamos equivocados, que aún era posible la utopía, que aún tenían cabida los sueños, que existía otra forma de hacer política. Solo era cuestión de acercarse a la plaza y sentir el grito tranquilo que ha desconcertado a los poderosos. Yo lo he hecho y contad conmigo. Un saludo

sábado, 14 de mayo de 2011

Relatos de un asesino 8. Dudas

A veces tengo la impresión de que casi siempre he matado a quien no se lo merece, es una sensación pasajera que intento eliminar, no estoy para impartir justicia tan solo para ganar dinero, por ello siempre me he negado a recibir información personal de la victima, así todo es más fácil, más neutro.
Caía la noche cuando recibí la llamada, aceptado el caso recogí la información necesaria y el cincuenta por ciento de lo acordado, como era mi norma. Debía de matar a un hombre de aspecto vulgar y vida sencilla, algo que, tengo que reconocer, facilitaba el trabajo. Lo ejecuté con rapidez, no suelo demorarme más de lo necesario, y recogí el maletín requerido por mi cliente. Debería de haberlo entregado enseguida, ese era el trato, pero por alguna razón la curiosidad me pudo y lo abrí. Averigué cosas que hubiera sido mejor no conocer, datos molestos, hechos dificiles de digerir hasta para alguien como yo. Con el tiempo he aprendido que la ignorancia tiene sus ventajas, demasiada información provoca conflicto, no es productiva y   genera algunas complicaciones. Cuando devolví el maletín y cobré el resto de los honorarios, ya nada era igual, no me arrepentía de lo ocurrido pero las dudas se habían apoderado de mis noches. Llevaba años en este oficio, era bueno, quizás el mejor, porque no decirlo, pero algo había cambiado, había roto una norma e intuía que se acercaba el momento de retirarse.

A Thousand kisses deep

(Notas al margen de una canción de Leonard Cohen, lo escrito en cursiva pertenece a la misma.)

Y a veces cuando la noche es lenta,
los miserables y los mansos
recogemos nuestros corazones y vamos
a mil besos de profundidad”.

Enciendes un cigarro y con él quemas segundos de realidad.
La tierra tiembla bajo tus pies.
El aire se vuelve radioactivo, quema la piel.
El amor se consume, tan solo quedan cenizas
que impregnan tus muslos, que nublan tus ojos.
Los pájaros buscan refugio.
Un viejo deambula perdido entre escombros,
no encuentra su casa, tan solo recuerdos entre el polvo que envuelve la mañana.
Apagas el cigarro y con él la luz de tus sueños.
Desconectas la radio harto de discursos y promesas,
te refugias en canciones que narcotizan tu inquietud,
buscas un punto de resistencia...

Y ganas un poco, pero se acaba
tu pequeña racha de suerte.
Y emplazado ahora a enfrentarte
a tu invencible derrota,
vives tu vida como si fuera real
a mil besos de profundidad”

Crónicas patrias. El signo de los tiempos

“Tienes muchas posibilidades, tan solo tienes que luchar”, le dijeron sus profesores el día de su graduación. Con un buen expediente académico y muchas ganas salió dispuesto a comerse el mundo. Comenzó con pequeños trabajos, trabajos en practicas, poco sueldo, muchas horas y “un futuro prometedor”, le decían. Cada trabajo que cogía era más exigente que el anterior, pero con perspectivas más altas, “acabaras en puestos de responsabilidad, tienes capacidad para ello”, solían asegurarle en cada empresa antes de despedirle para no hacerlo fijo. Su ímpetu no decaía. “Es cuestión de tiempo”, se repetía mientras buscaba un nuevo empleo. Con el tiempo, intentando demostrar su valía, se vio envuelto en la carrera, la lucha por el éxito la llaman. Corría por inercia como todos, era lo normal, habían sido educados para ello, la propaganda les empujaba a seguir, el triunfo les esperaba, era el signo de los tiempos, correr, correr...correr.
Una mañana se paró, más bien una duda le hizo parar, “¿qué hago yo en esta carrera infernal?”. No lo sabía, no encontró la respuesta pero desde ese momento estuvo perdido. Se encontraba indeciso, falto de convicción, “no debía haber permitido esta intromisión, este desvarío”, pensó. Se dio cuenta del error, era necesario continuar, seguir corriendo, no dejarse atrapar por la duda. Volvió a la carrera, pero su ritmo ya no era el mismo, perdía posiciones y acabó en el pelotón escoba, rodeado de individuos que intentaban no perder el tren. Algunos, como él, habían terminado allí por culpa de las dudas. Otros, habían nacido en la cola, estaban acostumbrados a resistir y luchaban, insultaban, mordían, empujaban, todo por no caer, por no llegar fuera de control, sin derechos, sin posibilidad de tener coche de apoyo que recogiera sus huesos cansados.
Un buen día se cayó, un traspié o un empujón, quien sabe, lo expulsó del grupo. Levantó la mirada, vio alejarse el pelotón y con él los sueños, evaporados con las gotas de sudor. No se preguntó qué había pasado pues conocía la respuesta y no era necesario hacerse la pregunta, estaba agotado, roto, fracasado.
“Tenia posibilidades”, comentaba un espectador. “Si, tenía muchas posibilidades, mas le faltó entereza, aplomo y mala leche”, sugería otro. “Su fallo es que creía en la solidaridad, pero no sabía que ésta es un valor que ya no cotiza en bolsa”, sentenciaba un tercero.  

martes, 10 de mayo de 2011

Crónicas patrias. Casting

Amanece un día gris, frío. La crisis dura ya lustros, el paro y la precariedad campan por doquier. La supervivencia es un continuo deambular buscando unas migajas, con miles de hombres y mujeres dispuestos a venderse por ellas. Un cartel en la calle anuncia la posibilidad de ganar unos euros. “Entre y pase, podrá ganar 100 euros si supera un sencillo examen musical. Buscamos un cantante” En la sala, el examinador, de nombre Gonzalez, viste traje oscuro, luce pelo engominado y porta un bigotillo perfectamente recortado. En el escenario un joven hace sonar una guitarra a ritmo de rock mientras escupe palabras en un idioma extranjero. El público, sentado en sus butacas, permanece expectante. Gonzalez interrumpe la actuación e increpa al aspirante. “¡Coño!, ¡ya está bien!, toca otra cosa que estoy harto de moderneces. ¡Oye tú!, es que no me escuchas, que dejes de tocar esa música guiri y cántate algo más patrio, más español, más castizo, una jota o un pasodoble, por ejemplo. ¿Es que no te gusta la música de aquí?, la música de nuestros padres, sin tanto guachisnai y con una poesía que rime. Vaya, vaya, vaya... estamos jodidos, al finolis no le gusta lo hispano”. Suena un disparo, un sonido seco. Entre los espectadores, nadie dice nada, nadie respira. Gonzalez airea su 38 aun humeante y ordena que retiren el cuerpo moribundo. Mientras tanto, en la calle, largas colas de gente condenada a examinarse.

domingo, 8 de mayo de 2011

Relatos de un asesino 1. Presentación

Soy asesino a sueldo, un oficio más corriente de lo que ustedes suponen, un oficio con el que se puede ganar uno la vida trabajando poco. Solo hace falta un teléfono móvil de tarjeta que permita al cliente localizarte, pero no identificarte. No tienes nombre, ni dirección conocida. Eres un número que circula en los ámbitos adecuados, un número eficaz, que responde, que cumple su cometido de manera limpia y profesional. Encargos no te faltan, siempre hay alguien dispuesto a pagar por deshacerse de un vecino, de un amigo, de un amante, de un hermano... Todo es posible, no saben de lo que es capaz la gente para salirse con la suya. Y ahí estoy yo, para resolver el problema de ese ciudadano ejemplar que necesita una ayuda. No soy barato, pero hay algo barato en estos tiempos.

sábado, 7 de mayo de 2011

Instante 16. Indefinición

Una recta, una curva, otra recta...
abstracción.
Lineas vacías, espacios abiertos...
indefinición.
Tiempo de espera, tiempo callado, lento, dormido...
pereza.
Una recta, una curva, otra recta...
momento de escucha.

Diccionario Personal. 1ª definición, los neoliberales

Los neoliberales son como la gota malaya, parecen inofensivos pero son mortales. Los hay por filosofía y los hay por despiste, (los llamados social-liberales, antiguos socialdemócratas que han asumido una parte del credo neoliberal, ¿se acuerdan de aquello de que bajar los impuestos es de izquierdas?), aunque la mayoría son por conveniencia y codicia. Son constantes, en ellos no cunde el desaliento, tienen claro lo que buscan. 
Primero bajar los impuestos para dinamizar la economía y así el estado recaudara más y podrá llevar a cabo políticas sociales. 
Segundo privatizar las empresas públicas para sanearlas y que el estado no gaste en empresas deficitarias que limitan su capacidad para atender lo necesario, sanidad, educación y pensiones. 
Tercero llevar a cabo una reforma laboral que permita una mayor movilidad de los trabajadores, el trabajo estable es un atraso y va en contra de la productividad. 
Cuarto potenciar los planes de pensiones, para ello tan solo hace falta crear alarma sobre las pensiones públicas. 
Los efectos de estas medidas en los tiempos de bonanza pasan casi desapercibidos, pero cuando llegan las vacas flacas se manifiestan abiertamente. En los momentos de crisis, cuando el miedo está instalado en las mentes, aplican los siguientes. 
Quinto, liberalización total del mercado de trabajo. 
Sexto, retraso de la edad de jubilación. 
Séptimo, introducción del copago como primer paso hacia la privatización de los servicios públicos. 
Octavo, traspaso del sistema de pensiones publicas a fondos privados. 
Noveno, esto es la selva, sálvese quien pueda.

A veces tengo un sueño

A veces tengo un sueño, un sueño que escruta el futuro, que viaja en el tiempo. Me anuncia que la crisis traerá algo positivo, los neoliberales aportarán algo bueno a la humanidad, el desmantelamiento y el caos de sus políticas nos retrotraerá al origen, asumiremos nuestra condición de parias, descubriremos que nuestros enemigos no son los pobres de otros lugares que emigran buscando la vida, nos levantaremos de este letargo y realizaremos el cambio soñado, la revolución total.
Suena el despertador, el sueño se disipa y las noticias me devuelven a la realidad. El fantasma de la ultraderecha sobrevuela Europa. A pesar de los excedentes alimentarios, la especulación provoca un aumento de precios que condena a más de mil millones de personas al hambre. Se suceden los enfrentamientos entre pobres por las migajas que, como acto de caridad, conceden los poderosos. Las potencias occidentales, a través de la ONU, regulan el descontento en el mundo árabe para que no atente a sus intereses. La justicia internacional consiste en torturar, ejecutar, corromper, expoliar. El mundo occidental celebra con alborozo el asesinato de Bin Laden, ha muerto Lucifer.
A veces cuando me despierto, durante un segundo, me invade la sensación de que el porvenir es una ilusión traidora. Casi siempre, me quedaría en la cama atrapado en mis dudas y volvería a soñar, pero es solo un segundo, la maquinaria me requiere, me reclama, es hora de producir. Me levanto, me aseo, desayuno, me voy al trabajo y dejo los sueños para la noche. Aún no ha amanecido, el relente refresca la mañana, las buganvillas han florecido y los gatos dormitan en el jardín ajenos a mis ensoñaciones, tranquilos, felices.

jueves, 5 de mayo de 2011

Relatos de un asesino 7. La cita

No actúo con demasiada frecuencia, no conviene, el caso hay que estudiarlo, analizar cada detalle, fijar el escenario adecuado. No suelo preguntar las razones y rara vez me entrevisto con quien reclama mis servicios, lo hice una vez y ya saben lo que ocurrió, quizás por ello, haber aceptado aquella reunión me incomodaba.
La casa, situada en un barrio residencial, aunque discreta, delataba poder, dinero. Me abrió un hombre de mediana edad, se presentó como el secretario personal y sin más preámbulo me condujo al estudio. Allí, sentado en un sillón, un hombre mayor cuyo rostro delataba cansancio y una muerte cercana, me esperaba. Me explicó que no quería que su hijo, alguien a quien repudiaba, heredara su fortuna, por lo que debía de morir antes que él. Quiso contarme sus razones pero me negué, aduje que era el brazo ejecutor y solo me interesaban las cuestiones técnicas, lo demás era superfluo. Me miró con aprensión, con desprecio, mas era un hombre práctico y sabía que en los negocios la moral se deja en la percha con el abrigo.
Salí de la casa con la documentación necesaria y la mitad de lo acordado. Tenía solo siete días para cazar a la presa, según los médicos no le quedaba mucho más a quien me había contratado y debía presentarle el trofeo para cobrar el resto.
Tres días más tarde todo estaba organizado, el joven era un tipo desagradable algo que agilizaba la ejecución, no tenía porque buscar escusas, aunque rara vez las había necesitado. Llevaba una vida desordenada y noctambula a cuenta de la pensión que había sacado a su padre. Encontrar un lugar adecuado no fue difícil, un callejón oscuro. Lo demás fue rutina, un ágil movimiento de la navaja mientras me daba fuego y el robo de su cartera para desviar la atención de la policía.
Semanas más tarde, cuando murió el anciano, descubrí que el verdadero dueño del imperio era el hijo, lo había heredado de la madre. Una vez muerto, paso todo a manos de mi cliente y ahora era el hermano pequeño de éste el único heredero. Al ver su foto publicada en el periódico, creí reconocerlo, me había recibido amablemente cuando fui a entrevistarme con el viejo, me había abonado el segundo plazo de los honorarios, era el secretario fiel y discreto que movía los hilos en la sombra. Sentí unas terribles ganas de hacerle probar mi navaja, pero tiré el periódico a una papelera y decidí que era hora de tomarse una copa, o quizás dos, tres o las que fueran.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Instante 15. La Duda

Tengo un amigo que duda de la muerte de Bin Laden. Yo, sin ser mi amigo, dudo también. Dudo de un ser tan malo como Fumanchú, que aparece y desaparece cuando más interesa. Dudo que hayan tardado diez años en encontrarlo mientras vivía plácidamente en la casa de al lado. Dudo de un Premio Nobel de la Paz que usa la tortura para obtener la información.
Se, que de ser cierto, le han dado matarile los defensores del estado de derecho, del juicio justo, de la transparencia informativa y me niego a aplaudir en este espectaculo. Se que con ello me convierto, como Llamazares, en un ser minoritario, alejado de la "realidad", que odia la manipulación, el doble rasero y la mentira oficial. Se que acabaré preso de mis prejuicios hacia la violencia, atrapado en mi odio a los intereses ocultos aunque de sobra conocidos  y sentenciado por ser ambiguo, contradictorio y dudoso.
Sí, tengo un amigo que duda, a veces nos vemos, tomamos unos vinos y alimentamos las dudas, tenemos que cuidarlas, son lo poco que nos queda.

Miedo. Relato

(Nueva entrega del relato rechazado en el concurso de la SER. Qué le vamos a hacer. Seguiremos intentandolo, ya sonará la flauta y si no lo colgaré aquí. Un saludo)


Este gordo ocupa mucho lugar, mejor que vaya andando. El ejercicio quizás le haga adelgazar o muera en el camino. Si ocurriera esto último, no seríamos responsables, habría actuado la selección natural.”
Cuando oía estas palabras cada mañana antes de iniciar la etapa, miraba al grupo, cada vez más pequeño, casi sin componentes gruesos, y el miedo me invadía. ¿Quiénes serian los próximos?, ¿los bajos?, ¿los calvos?, ¿los gafotas?... que más daba. El juego consistía en eso, una prueba de resistencia, de eliminación y solo había premio para el primero. Era cuestión de estar atento y no dejarse atrapar por el miedo.

lunes, 2 de mayo de 2011

Algunos fuimos comunistas, anarquistas o qué se yo

Alguno era comunista
porque sentía la necesidad de un empujón hacia algo nuevo,
porque estaba dispuesto a cambiar cada día,
porque sentía la necesidad de una moral diferente.
Porque a lo mejor era solo una fuerza,
un vuelo, un sueño.
Era solo un empuje,
un deseo de cambiar las cosas, de cambiar la vida.

Alguno era comunista
porque con este empuje uno era más uno mismo:
era como dos personas en una.
Por un lado la fatiga cotidiana personal
y por el otro, el sentido de pertenencia a una raza
que quiere levantar el vuelo para cambiar realmente la vida.

No, ningún arrepentimiento.
A lo mejor muchos abrieron las alas
sin ser capaces de volar,
como gavilanes hipotéticos.

¿Y ahora?
También ahora nos sentimos como partidos en dos:
Por un lado el hombre insertado
que atraviesa obsequiosamente la escualidez de la propia supervivencia cotidiana,
y por otro el gavilán,
ya sin siquiera la intención de volar
porque ya el sueño se ha contraído.

Dos miserias en un solo cuerpo.”

Fragmento del monologo “Alguno era comunista” de Giorgio Gaber

Algunos fuimos comunistas, anarquistas o qué se yo.
Hoy somos escépticos, derrotados, indignados,
sumergidos en un mar de dudas y algo desorientados,
que miramos con preocupación, asombro o perplejidad
el mundo que nos rodea y, como Giorgio, no sabemos más que quejarnos
al darnos cuenta que nos robaron las alas en un centro comercial.
Cosas de la edad o de esta puta vida.

Para quien le interese ver el monologo a continuación dejo el enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=REfik0g6LLw&feature=youtu.be