"...Quien siempre sabe a donde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."
(Javier Cercas, La velocidad de la Luz)

martes, 23 de diciembre de 2014

instante 65. Abandono

Escribes cuando andas
y tus pies dibujan palabras que articulan la vida.
Andas cuando escuchas
y descifras mensajes que te rozan la piel.
Escuchas cuando callas
y permites que broten las otras voces.
Callas cuando ríes
y tu cuerpo se relaja, se abandona a lo que es.
Ríes cuando miras
y tus ojos reflejan una curiosidad inocente.
Miras cuando escribes
ese lento fluir de unos pasos que manchan el papel.

Escribes, andas, escuchas, callas
ríes y miras... te abandonas al suave transcurrir de las horas,
que revolotean impulsadas por el viento
y dejan en la ventana preguntas sin responder.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Instante 64. Es el frío

Cuando miras
y solo ves el lento discurrir monótono y cotidiano,
es el frío que te atenaza.

Cuando recorres las calles
dibujadas de apatía y de silencio,
es el frio que te envuelve.

Cuando tus pasos pisan las hojas caídas
que, mojadas por la lluvia de la tarde,
anuncian un invierno que avanza,
es el frio que te acecha.

Cuando el invierno pervierte
las ilusiones que aquel verano escribió
en ese cuaderno que guardas bajo el colchón en el que a veces duermes,
es el frio que te invade.

Cuando te cansas de tanto andar
y das los esfuerzos por perdidos
bajo ese manto de hojarasca donde habitan la iguana y el caimán,
es el frio que te engaña.

Cuando el lento caminar
se torna parálisis callada y resignada,
es el frio que te adormece,
que te acuna, que te roba el sueño y te cuenta el viejo cuento
donde la iguana devora los ojos de aquellos que no sueñan.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Instante 63. Hay

Hay un lugar que guarda
lo que dibujan los días.

Hay un dibujo que surge
entre palabras escritas.

Hay una palabra que riega
esas flores ya marchitas.

Hay una flor que espera
tu impulso, tu mano y tu risa.

Hay una risa que rompe
esos silencios que habitan
en los espacios cerrados
y en esos ojos que miran
como la luna recorre,
y con su luz ilumina,
los sueños que se acurrucan
entre la almohada y tu vida.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Instante 62. Nueva versión del instante 40

A falta de conclusiones, de verdades inmutables
¿qué nos queda?

Nos queda la duda, la contradicción,
la dualidad manifiesta que nos atrapa.

Nos queda la imaginación, la búsqueda,
la lenta reconstrucción del arco iris.

Nos queda la invención de espacios,
de tiempos pasados reconstruidos, manipulados... rescatados.

Nos queda bucear en la sombra, reconocer sus aristas...
mirar fijamente ese espacio oscuro que nos asusta,
ese espacio siniestro que invade nuestros sueños.

Nos queda la perplejidad, la memoria inventada...
esa lenta mirada que escruta, que fija,
que ordena... que recompone el caos.

martes, 21 de octubre de 2014

Músicas 2. Cuarteto Cedrón

Echar veinte centavos en la ranura, pulsar el botón del mando a distancia, fantasear con imágenes, huir de realidad y del lento pasar de las horas. Escapar, escapar, paraísos artificiales y mundos de colores que te transportan al sueño, que te permiten seguir soportando la rutina y el gris metálico de una vida programada. Descubrí al Cuarteto Cedrón, allá por el año 1977, por un disco que compartían con Paco Ibañez, un disco con letras de Pablo Neruda y Raúl Gonzalez Tuñon, este último, un poeta argentino poco conocido y al que pertenecen estos versos que musicó Juan Cedrón, guitarrista y voz del cuarteto.


Eche Veinte centavos en la ranura

A pesar de la sala sucia y oscura
de gentes, y de lámparas luminosas,
si quiere ver la vida color de rosa
eche veinte centavos en la ranura.

Y no ponga los ojos en esa hermosa
que frunce de promesas la boca impura.
Eche veinte centavos en la ranura
si quiere ver la vida color de rosa.

El dolor mata, amigo, la vida es dura,
y ya que usted no tiene ni hogar ni esposa
eche veinte centavos en la ranura
si quiere ver la vida color de rosa.

Cien lucecitas. Maravilla
de reflejos funambulescos.
¡Aquí hay mujer y manzanilla!
Aquí hay olvido, aquí hay refresco.

Pero sobre todo mujeres
para los hombres de los puertos
que prenden como alfileres
sus ojos en los ojos muertos.

No debe tener esqueleto
el enano de Sarrasani
que bien parece un amuleto
de la joyería Escasany.

Salta la cuerda, sáltala,
ojos de rata, cara de clown
y el trala-trala-trálala,
rima en tu viejo corazón.

Y fiesta, fiesta casi idiota
y tragicómica y grotesca.
Pero otra esperanza remota
de vida miliunanochesca.

¡Qué lindo es ir a ver la mujer,
la mujer más gorda del mundo!
Entrar con un miedo profundo
pensando en la giganta de Baudelaire...

Nos engañaremos, no hay duda,
si desnuda nunca muy desnuda,
si barbuda nunca muy barbuda
será la mujer.
Pero ese momento de miedo profundo...
¡Qué lindo es ir a ver la mujer,
la mujer más gorda del mundo!

Y no se inmute, amigo, la vida es dura,
con la filosofía poco se goza.
Eche veinte centavos en la ranura
si quiere ver la vida color de rosa.



lunes, 20 de octubre de 2014

Instante 61. Es el aire

Es el aire que mueve despacio
esas hojas que caen al jardín,
es el aire que acuna en tus brazos
las palabras que yo quise oír.

Es el aire que roza tu espalda
y me acerca el olor que viví,
es el aire que en un hueco guarda
los silencios que yo repetí.

Es el aire, tu boca y tus manos;
es el tiempo que yo no esculpí,
es el aire y es el pasado
que no vuelve y se que perdí.

viernes, 17 de octubre de 2014

Instante 60. La llave

Una mezcla de lecturas
atropelladas y dispersas,
una amalgama de vivencias
contradictorias y dispares,
un revoltijo de discursos inacabados
y de lamentos silenciosos,
unas manos, unos ojos,
unos pasos indecisos
que, entre la hierba húmeda,
buscan una llave
con la que abrir todas las puertas
que cerramos sin saberlo.

lunes, 13 de octubre de 2014

Instante 59. La distancia, el vacío...

El trecho que hay entre el he y el ha es largo,
tan largo que nos asusta, que nos paraliza,
y a veces provoca
que nos perdamos en el intento.

¡He gritado! ¿ha escuchado?
¡he venido! ¿ha mirado?

Algo se ha perdido entre tanto espacio,
entre tanta distancia, entre tanto frío, entre tanto vacío.
Algo tan sencillo, algo tan afable,
tan cercano como el has.

¡Has abierto los ojos!  ¡te has despertado!
¡me has tendido la mano!  ¡te has reído!

Mas el trecho que hay entre el he y el ha es largo,

muy largo... casi eterno.

domingo, 28 de septiembre de 2014

Instante 58. Días nublados

Hay días nublados, días con luz tenue,
días de otoño.
Días en que no sales de casa,
te quedas en pijama,
te cortas las uñas, te afeitas...
pasas la aspiradora,
pliegas la ropa acumulada en los sillones,
te tumbas y miras al techo,
la mancha que apareció hace días con las primeras lluvias sigue creciendo,
la lavadora se ha roto y tienes que lavar a mano,
el frigorífico hace agua,
y un grifo no para de gotear.

Hay días nublados que te devuelven a la realidad,
una vida hecha a parches, con grietas por donde entra el frío,
esa humedad constante y persistente
que como la carcoma
corroe los huesos sin percibirlo.

Hay días nublados,
días para mirar de cerca,
para tapar las goteras y reparar lo que queda en pie,
para seguir...
para mirar a los ojos
y saber que aún hay un suelo bajo los pies.

sábado, 27 de septiembre de 2014

Músicas 1. Tom Ze

Recuperas músicas que escuchabas hace años, músicas perdidas en ese espacio recorrido por tus pies, te ayudan a desbrozar ese camino que a veces vislumbras y no ves claro. Paras un momento y respiras lentamente para llenar de aire los pulmones, para evitar la fatiga contagiosa que como la mala hierba crece constantemente. A Tom Ze lo escuchabas en los 80 gracias a la radio a la que eras adicto, ahora lo recuperas en internet, ese océano inmenso en el que nos bañamos cada día.


La Risa y el Cuchillo

Quiero ser la risa y el diente,
quiero ser el diente y el cuchillo,
quiero ser el cuchillo y el corte
en un sólo beso rojo.

Hice mi cuna en la vidriera
y sólo descanso en la tempestad,
sólo duermo en el huracán.

Yo soy la rabia y la vacuna,
búsqueda de pecado y consejo,
espacio entre el dolor y el consuelo,
la pelea entre la luz y el espejo.


O Riso e a Faca

Quero ser o riso e o dente,
quero ser o dente e a faca,
quero ser a faca e o corte
em um só beijo vermelho.

Fiz meu berço na viração
eu só descanso na tempestade,
só adormeço no furacão.

Eu sou a raiva e a vacina,
procura de pecado e conselho,
espaço entre a dor e o consolo,
a briga entre a luz e o espelho.


domingo, 24 de agosto de 2014

Sofás. Relato

La brisa del ventilador refresca su espalda mientras pisa el pedal de la maquina de coser. Cada pedaleada cinco céntimos, cada veinte un euro, cada hora trescientas pedaladas. Catalogos de sofás, papel couché a todo color, miles de catálogos, miles de sofas ante sus ojos, publicidad de diseño, sofás para vestir salones, salones para alojar sofás y tardes de domingo, sofás frente al televisor, televisores presidiendo salones, salones retransmitidos por los televisores, pantallas de plasma  que vomitan publicidad: “renueve los muebles de su casa para salir del hastío”.
Jueves, viernes, sábado, días eternos pisando el pedal, tiempo perdido. “No se preocupe, cuando termine de coser, tendrá la espalda dolorida y la sensación de haber malgastado su tiempo, pero, tranquilo, podrá gastarse el dinero ganado en un sofá de nuestro catalogo y así se recuperará del esfuerzo realizado. La semana que viene quizás tenga que encuadernar un catalogo de lamparas o de alguna que otra cosa inútil. Mas porque preocuparse, es la economía, así funciona, siga dándole al pedal y no piense, pensar le distrae y el pedido se retrasa.”
Sofás, papel couché, horas, minutos, siglos pisando el pedal en una habitación iluminada con tubos fluorescentes; gesto mecánico, gesto automático que le permite deambular, entre pisada y pisada, por playas de arena dorada, playas desiertas habitadas por personas que no saben de lamparas,  que no conocen los sofás, que no entienden de diseño, ni de catálogos en papel couché.

lunes, 21 de julio de 2014

Instante 57. Mañanas

Hay mañanas
que, rodeado de libros y de dudas,
abres los ojos y nada ves,
en las que sitiado por cansancios apilados
esperas una señal sobre tu piel.

Hay mañanas

sin más luz que la rutina de ir al baño
y abrir el grifo, donde la realidad se manifiesta
en el agua que borra todos tus sueños
y ordena las horas que te esperan.

Hay mañanas

bulliciosas sin ruido,
que te ven sin mirarte a la cara,
que te espían, que te rozan, que te gritan,
que te esperan y no sabes que te marcan.

Hay mañanas

sin más sol que unas palabras
que esperas escuchar y nunca oyes,
las escribes en el vaho cuando te duchas,
las repites al espejo y no responde.

Hay mañanas

en que cierras los ojos antes de abrirlos...
y escuchas como el canto de los pájaros
acecha con sigilo ya tu almohada...
y te pinta una ilusión en cada mano.

Hay mañanas

que recorren tu cintura,
se encaminan pecho arriba hasta tu oído,
y recitan los secretos que de noche
sin saberlo y sin quererlo habías perdido.

domingo, 20 de julio de 2014

La lágrima. Relato

Acercó la boca del bebé al bíceps de su brazo izquierdo. Al instante, el crío dejó de llorar y empezó a succionar buscando la leche que necesitaba para saciar el hambre. La leche no salía, pero cada intento que hacía lo relajaba más y más, por lo que pasados unos minutos quedó plácidamente dormido. Cuando la madre llegó, nerviosa por la tardanza, cogió en brazos al niño y lo acercó a la teta, éste se despertó y empezó a mamar, esta vez, la leche, si salía y llenaba su boca. El padre se aproximó con sigilo, orgulloso del hematoma de su brazo y miró como el niño mamaba con fruición. Mientras contemplaba la escena, nunca lo había visto tan concentrado, una lágrima resbaló por su mejilla y cayó sobre la frente del crío, la recogió con el dedo y la depositó en sus labios justo en el momento en que creyó percibir que su hijo dibujaba una sonrisa sin soltar el pezón..., nunca una lágrima le supo tan dulce.

sábado, 19 de julio de 2014

Instante 56. Noticias de Gaza





No duerme nadie, nadie, nadie...

Bajo ese cielo sin luna,
iluminado por los edificios en llamas,
por la sangre que recorre las calles
y riega los huertos,
por los gritos interminables de los cuerpos amputados.
No duerme nadie...

Por los misiles dirigidos
para borrar de esa tierra
la inocencia, la risa de los niños,
la sabiduría de los ancianos,
la historia de un pueblo ignorado por todos.
No duerme nadie...

Por la complicidad que apaga
el brillo de las estrellas,
la luz de millones de ojos
que buscan cada mañana una razón para mirar
y solo encuentran, odio, opresión y vergüenza.
No duerme nadie...

En la tierra maltratada,
donde los buitres, con la estrella de David en la garganta,
escupen rabia, desprecio y rencor;
donde las hienas uniformadas
roban los sueños que cada madrugada brotan en el desierto.
No duerme nadie...

Bajo el horror planificado,
bajo ese exterminio lento y metódico
diseñado en despachos lujosos,
entre sorbos de güisqui y coca-cola,
entre intereses no disimulados y cuentas de resultados.
No duerme nadie...

Pero un día la ira contenida
y los agravios acumulados explotaran,
y arrasaran todos los salones
donde víboras trajeadas y perfumadas,
generan cuantiosos benéficos con la muerte y la ignominia.

domingo, 22 de junio de 2014

Relatos de un asesino 12. La sentencia

Cuando fui detenido no opuse resistencia, no negué los cargos, para que negarlos. Me limité a estar callado y aunque nunca me he arrepentido de nada, renuncié a un abogado y esperé con calma la sentencia. Me encontraba roto, cansado. Solo deseaba dormir, dormir largos días, no pensar en nada. No concedí entrevistas y eso que tuve ofertas generosas, durante semanas fui noticia relevante. No me relacioné con otros presos, no me fiaba de nadie, sabía que tarde o temprano moriría en la ducha o mientras dormía, mis días estaban contados, era inútil resistirse. Logré así sobrevivir, adaptarme a mi nueva vida. Ahora, los funcionarios me respetan, pero se que eso no cambiará el final. Cualquier día, cuando menos lo espere, aparecerá un objeto cortante clavado en mi costado, será un acto silencioso, anónimo... una ejecución pagada.

sábado, 21 de junio de 2014

Instante 55. Infancia rescatada

De niño buscaba en los rincones, lejos del ruido y lejos de la casa, la calma perseguida, la complicidad del aire, el lento paseo por sueños inventados, al compás de un zumbido monótono y cotidiano; compás capaz de transportarlo más allá de una realidad que anulaba el deseo. Leía textos escritos en papeles manchados, papeles que ocultaba como quien oculta un tesoro. Buscaba en esos rincones la puerta dibujada con trazos indecisos, la puerta que llevaba al trino de los pájaros, al fruto de las malvas o al canto de los grillos. Dormía en las cunetas a salvo de relojes. Al atardecer, su madre lo buscaba, “¿por qué te escondes para comer esas cosas? un día te vas a poner malo, ven a casa que es hora de acostarse”. El sol ya se escondía, la noche acechaba sus piernas desnudas y su boca... entreabierta con sabor a malvas o huesos de albaricoque.

domingo, 25 de mayo de 2014

Instante 54. El sueño desciende por las paredes

El sueño desciende por las paredes y arranca la pintura ya gastada. Se detiene en esa tela de araña que, olvidada en un rincón, se descompone. Se desliza por el suelo, sigiloso te atrapa por los pies y te recorre. Escribe palabras que brotan por tus dedos, palabras que alineas una a una mientras esperas que se cueza el arroz en la cocina o la luna venza a la nube que la persigue a lo largo de un cielo dibujado por las horas que pasaron dando gritos y dejaron unas huellas bien marcadas en el suelo que tu pisas cuando andas.
El sueño descompone la distancia y logras llegar a donde esperabas, mas las horas revientan la burbuja y te arrojan al punto de partida, a ese espejo que refleja ya tu cara, al grifo abierto, la cuchilla de afeitar y la rutina.

Instante 53. Torpeza

La torpeza de vivir
sin mirar lo que ocurre a tu costado.

La torpeza de buscar una salida
mientras blindas con silencios el espacio
en que habitas las mañanas y los días,
los segundos, los minutos y los años.

La torpeza de esperar que todo cambie
sin un beso, una caricia o un abrazo.

sábado, 24 de mayo de 2014

Instante 52. Extraviado

Extraviado por las esquinas,
sin más luz que las brasa de un cigarro,
espera el paso de la brisa
que ahuyente los inviernos que le acechan.

Atrapado en eternas inquietudes,
golpea las cadenas que lo atan
a unos sueños que moldean poco a poco
esa cama donde a veces reposa.

Deshojado por silencios permanentes
se despoja de palabras incrustadas,
se dibuja con el trazo equivocado
y emborrona poco a poco su silueta.

Extraviado, atrapado y deshojado
busca espacios donde el tiempo se detenga,
una orilla donde el mar lo rehaga
entre granos de arena, sal y olas...

lunes, 19 de mayo de 2014

Instante 51. En la oscuridad

Apago la luz
y en la oscuridad presiento
aquello que olvidamos
cuando corremos lejos,
lejos de lo que nos dibuja
en el espacio pequeño.

Espacio que habitamos juntos,
que juntos soñamos
y solo a veces tenemos
con el beso anhelado,
la suave caricia...
y el calor de un abrazo.

sábado, 10 de mayo de 2014

Instante 50. Un lugar sin nombre

Hay un lugar sin nombre.
Un lugar, a la luz de la luna,
donde escribimos silencios
y quedamos extraviados, perdidos.

Donde esperamos la llegada
de aquello que anhelamos y no aparece.
Donde guardamos los secretos
a la espera de contarlos al oído.

Donde descansamos al arrullo de amapolas,
jazmines, luciérnagas y sueños.
Donde respiramos lentamente
e intentamos encontrar un nuevo ritmo.

Un lugar que nos inquieta algunas noches,
cuando la iguana devora
lo que construimos horas antes
y nos muestra ese espacio ya vacío.

domingo, 9 de marzo de 2014

Mientras una cucaracha recorre el jardín húmedo


Cae la noche, “Una cucaracha recorre el jardín húmedo”, el jardín en el que brotan las pesadillas y las flores se marchitan por el viento. Un jardín regado por los orines y los vómitos de unos versos escritos bajo la luz intensa de un cigarro, de miles de cigarros encendidos uno tras otro en una sucesión interminable. Un jardín de versos escritos bajo la luz que huye de los focos de una habitación cerrada y muere en la pared sin percibir la brisa, de esa habitación que esconde tu mente lúcida, donde tu mirada escruta a través del humo que emana entre tus dedos (fumo mucho, demasiado”, decías) el cuento terrorífico de la vida. Sueñas que has vivido, que te llamas de algún modo y que ese cuento es cierto, tan cierto como el electroshock o esa copa de vino que humedece tus labios, lo delatan tus ojos cuando afirman que es bella la ruina, cuando hablas para poder existir, para afirmar que escribir es beber la rabia del que no se resigna a morir en las esquinas.


La Canción de croupier del Mississippi (fragmentos) Leopoldo Maria Panero

Fumo mucho. Demasiado.
Fumo para frotar el tiempo y a veces oigo la radio,
y oigo pasar la vida como quien pone la radio.
Fumo mucho. En el cenicero hay
ideas y poemas y voces
de amigos que no tengo. Y tengo
la boca llena de sangre,
y sangre que sale de las grietas de mi cráneo
y toda mi alma sabe a sangre,
sangre fresca no sé si de cerdo o de hombre que soy,
en toda mi alma acuchillada por mujeres y niños
que se mueven ingenuos, torpes, en
esta vida que ya sé.

Me palpo el pecho de pronto, nervioso,
y no siento un corazón. No hay,
no existe en nadie esa cosa que llaman corazón
sino quizá en el alcohol, en esa
sangre que yo bebo y que es la sangre de Cristo,
la única sangre en este mundo que no existe
que es como el mal programado, o
como fábrica de vida o un sastre
que ha olvidado quién es y sigue viviendo, o
quizá el reloj y las horas pasan.
...................


Me digo que soy Pessoa, como Pessoa era Álvaro de Campos,
me digo que estar borracho es no estarlo
toda la vida, es
estar borracho de vida y no de muerte,
es una sangre distinta de esa otra
espesa que se cuela por los tejados y por las paredes
y los agujeros de la vida.
...................

Algunos me
recuerdan, dicen
con la copa en la mano, hablando mucho,
hablando para poder existir de que
no hay nada mejor que decirse
a sí mismo una proposición de Wittgenstein mientras sube
la marea del vino en la sangre y el alma.
...................


Es tan bella la ruina, tan profunda
sé todos sus colores y es
como una sinfonía la música del acabamiento,
como música que tocan en el más allá,
y ya no tengo sangre en las venas, sino alcohol,
tengo sangre en los ojos de borracho
y el alma invadida de sangre como de una vomitona,
y vomito el alma por las mañanas,
después de pasar toda la noche jurando
frente a una muñeca de goma que existe Dios.
Escribir en España no es llorar, es beber,
es beber la rabia del que no se resigna
a morir en las esquinas, es beber y mal
decir, blasfemar contra España
contra este país sin dioses pero con
estatuas de dioses, es
beber en la iglesia con música de órgano
es caerse borracho en los recitales y manchas de vino
tinto y sangre «Le livre des masques» de Rémy de Gourmont
caerse húmedo babeante y tonto y
derrumbarse como un árbol ante los farolillos
de esta verbena cultural. Escribir en España es tener
hasta el borde en la sangre este alcohol de locura que ya
no justifica nada ni nadie, ninguna sombra
de las que allí había al principio.


sábado, 15 de febrero de 2014

La fotografía. Relato

(Texto que envié al concurso Relatos en cadena y que fue finalista en la primera semana de mayo de 2010 por lo que aparecía en la página de dicho concurso. He detectado que el enlace ya no lleva al relato por lo que he decidido colgarlo en mi blog)

Hasta que decidimos volver a colgarla en la pared, la fotografía fue de mano en mano. Era una foto vulgar, una pareja joven saludando bajo el letrero de una estación de tren. No recuerdo el lugar, pero lo impactante, lo que atrapó nuestra atención, fue lo que ocurría a sus espaldas. Era algo que no se apreciaba a primera vista, que pasaba desapercibido. Un detalle en el margen, un poco desenfocado, que cuando captaba tu atención dominaba la escena, te atrapaba, no te daba tregua. Un abuelo se tiraba a la vía, al paso de un tren sin parada, mientras miraba fijamente a la cámara.

Instante 49. La noche sin sueño

El viento ha cesado. La luna ilumina tu ventana a través de unas nubes dispersas, deshilachadas. La noche tranquila, callada. Su silencio invade la habitación, tan solo el ruido del teclado y el de alguna tos lejana llegan a tus oídos.
Buscas la palabra justa, la expresión precisa (la obsesión por lo conciso siempre te ha rodeado) con la que plasmar el desconcierto que te atrapa, ese cansancio familiar ante tanto dolor y tanta penuria. Das palos de ciego y no encuentras salidas, solo vislumbras un espacio sin luz, espacio en el que la iguana de Garcia Lorca devora lentamente los ojos de aquellos que no sueñan, de aquellos que perdieron el impulso vital bajo horas perdidas por la rutina, por la eterna repetición de los mismos agravios. 
El viento ha cesado y la luna ilumina las montañas de basura, donde las cucarachas pululan a sus anchas devorando los restos que no se comió la iguana.

domingo, 26 de enero de 2014

Alicante, guapa, guapa, guapa

"Alicante guapa, guapa, guapa", como le gusta decir a la alcaldesa cada vez que tiene un micrófono a su alcance, muestra en estos días su verdadero rostro, el rostro de una ciudad gobernada para el lucro de unos pocos. Alfombrada de papeles y de hojas muertas que el viento, como en la canción, arrastra allá o aquí. Adornada de montañas de basura por una huelga legitima y necesaria, montañas que conviven con las terrazas llenas de gente que chatea ajena a la realidad. Una realidad que emerge de los contenedores desbordados que reclaman apoyo a unos huelguistas, obreros maltratados por una legislación que ampara EREs, despidos y recortes para mantener el beneficio de mafiosos y especuladores, gentes de “bien” que piensan que el trabajador es una mercancía para utilizar y estrujar, una mercancía que permite cuadrar la cuenta de resultados.