Tras el suave despertar de la alondra
que rompe la noche oscura y espesa.
Una noche dormida en alcohol,
rayos catódicos y palabras cansadas.
Entre el lento crujir de la hojarasca,
bajo los pies sedosos de los gatos,
veo la luna alejarse
hacia la pelada colina de poniente.
Amanece, sopla la brisa
junto a silencios esperados
y ruidos que escalan la azotea...
donde habitan escondidas las luciérnagas.