"...Quien siempre sabe a donde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."
(Javier Cercas, La velocidad de la Luz)

martes, 31 de diciembre de 2013

Instante 48. 30 de diciembre

La noche es tranquila, el viento ha cesado, los árboles descansan y el cielo lleno de estrellas anuncia frio. La humedad cala los cuerpos, los dedos tiemblan sobre el teclado y la mente vaga entre palabras que surgen en la pantalla. Una tras otra atraviesan el cristal y se materializan, una tras otra recorren cada rincón de la habitación y se evaporan. Como tantas otras noches, la página queda en blanco. Es 30 de diciembre, el año agoniza cansado de tanto dolor y tanta rabia, y tu ahí sentado esperas, conocida espera, a que venga el sueño y te transporte a la calma, al descanso profundo y despreocupado.

domingo, 29 de diciembre de 2013

Instante 47. El viento y el sueño

Se acerca fin de año. Afuera, el viento agita las ramas y dispersa los sueños, sueños que vagan, que buscan una cama donde anidar y dar sentido al lento fluir de los pasos de un hombre cansado, de un individuo sentado frente al televisor a la espera de que algo imprevisto le transporte. Los dedos, torpes por el frío, viajan sobre el teclado e intentan dibujar, escupen palabras inconexas, frases aprendidas y a veces, solo a veces, traspasan la linea y se zambullen en el sueño que, por la ventana entreabierta, entró huyendo del viento.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Tiempos gélidos

Hace ya más de cuatro años que escribo en este blog, aunque, todo hay que decirlo, este último no ha sido muy prolijo. Desde hace unos días repaso algunos escritos y recupero textos, en el fondo todos los suscribo, aunque muchos los modificaría...
Mientras escribo estas notas, afuera hace frio, el viento agita las ramas y dibuja figuras siniestras en las paredes. La gente abandona la calle, se dispersa, regresa a su rincón y espera ¿qué espera?... “La Voz” bate récords de audiencia, la tele da calor, un calor ficticio que funciona. La nueva ley de seguridad ciudadana rematará la faena, el señor ministro y el tiempo se alían para vaciar las calles. Hay que legislar el derecho a la huelga y crear una ley de servicios mínimos, ya está bien que los trabajadores secuestren a los ciudadanos, qué protesten de otra manera, por facebook por ejemplo. Así, todos perdidos, dispersos, alejados, conectados por la red, espiados por la NSA y solos, solos ante la bestia que nos devora uno a uno, en la privacidad de un mensaje de texto.
El nuevo sistema represor no es violento, no mancha de sangre el asfalto, llega por correo certificado en forma de sanción administrativa, la puedes recurrir, pero a veces es más caro el recurso que la propia multa, la sanción desconcierta, genera conflicto, distrae, retrae y paraliza. No es represión, dicen, es la aplicación estricta de la ley ¿que ley? la de ellos, la que dice no protestes, tan solo vota cuando sea el momento, conviértete en mayoría silenciosa y laboriosa.
El frio aumenta y viento arrecia, la calle habitada por sombras, tan solo un ser vivo se mueve en el paisaje, en el contenedor de papel un joven traspasa el contenido a un carrito del mercadona, si le pillan le puede caer una multa ¿otra multa? pero qué más multa que la de recorrer las calles en una noche fría y ventosa. Lo he visto otras veces ¿pensará en la posibilidad de que le multen por atracar un contenedor?? Creo que no, no tiene nada que perder y sí algo que ganar, 10 o 12 euros con el papel sustraído, 10 o 12 euros para gastarse en comida.


Hace frio, son momentos gélidos y desangelados. Sigo repasando escritos colgados hace tiempo, mientras, en la calle, la vida continua bajo la luz de la luna, luz que no evita que la helor penetre en los huesos y paralice el alma.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Solo dos meses

Dos meses parecen un corto espacio de tiempo, pero en un blog son una eternidad, una parálisis, un agujero negro que engulle los gritos, las risas, las diversas divagaciones que fluyen de tus dedos mientras en el equipo de música suena Salif Keita. Lento, cadencioso, alarga el tiempo, lo estira al compás de un ritmo repetitivo e intenso.
La arena bajo tus pies, imaginas un paseo en la playa, mientras llega a tus oídos el cierre de canal 9 y la reacción de los trabajadores: se quitan por fin la mordaza y salen a la calle a transmitir lo que le ocurre a la gente y no la realidad que impone el poder, a buenas horas.
El aire caliente penetra en la casa, el ritmo fluye, activa la mente, las articulaciones y las ganas. El ritmo, la vida y el ritmo, para no caer en el tedio, preso de lo anodino. Apago la radio, huyo de la realidad, de esa realidad falsa y casposa.
Desde hace un tiempo leo poco la prensa, intento no morir atrapado en la mentira, en la burda invención de un mundo feliz, sin crisis y con una economía en crecimiento ¿qué crecimiento? el de los tumores que destruyen las neuronas, esas células que excitan la membrana plasmática y conducen el impulso nervioso capaz de ayudarnos a salir de la parálisis.

Dos meses, solo dos meses y el lento fluir de las letras al ritmo de la música africana.

martes, 3 de septiembre de 2013

Instante 46. Noche de agosto en la playa de Cabo de Gata

Miras al Este, la luna, inmensa, redonda, emerge tras la negra silueta  de la Sierra de Gata.
A la derecha, al Sur,  la mar se acerca a la orilla, la lame, la riega. A la izquierda, al Norte, las salinas y sus flamencos, tras ellos el desierto cubierto de plástico “productivo”. Al Oeste, las luces lejanas de Almeria y la sombra espectral de la Sierra de Gador.

Te tumbas y contemplas como la luna despierta e ilumina el agua. Como viaja sobre las olas que golpean la playa y contempla las caricias de unos pies que se buscan. Como irradia la arena, esos granos blancos y grises, esas conchas y cristales pulidos por la fuerza del agua y del viento.

La luna, el silencio, la noche, la brisa, la sierra... El tiempo paralizado bajo un manto de estrellas ilimitado, profundo, inabarcable.  

sábado, 31 de agosto de 2013

Instante 45. Esperando a la luna

Hoy, como tantas otras noches a lo largo de tu vida,
te alejas de la ciudad, te sientas en la tierra 
y miras el cielo.
Aspiras despacio el humo,
esperas a que la bruma se aleje de tu mente,
a que la sangre fluya despacio,
a que el tiempo se detenga
y la luna, esa luna en cuarto menguante,
aparezca entre las ramas de los árboles
y te acune en su regazo.

domingo, 18 de agosto de 2013

Instante 44. Cansancio

Cansado de mirar tus ojos y no ver nada.
Cansado de recorrer las calles cuando anochece.
Cansado de buscar tu voz entre arrugados papeles, la pantalla del ordenador o el móvil apagado.
Cansado de imaginarme momentos logrados.
Cansado de escuchar tus latidos alejándose calle abajo.
Cansado de esperar una respuesta...

y solo hallar el silencio monótono que generan los ruidos cotidianos.

instante 43. Un mes después

Un mes después...
el tiempo sigue su camino,
el sol quema inmisericorde el paisaje,
la hormiga continua laboriosa robándote las uñas
y tus lágrimas no logran que brote una flor.

Un mes después...
el tiempo, la hormiga, tus lágrimas...

y el sol en una esquina del encuadre.

Instante 42. Verano, calor y grillos

Hace bochorno y oyes como el canto de los grillos, “cri, cri” , inunda la noche. Intentas averiguar de donde viene, no lo logras, pues según parece lo emiten en una longitud de onda similar a la distancia que separa, entre si, a nuestros oídos, algo que dificulta su localización. Cierras los ojos e imaginas a los grillos frotando sus alas para atraer a las grillas, “cri, cri”, “estoy aquí y soy grande”. Siempre la misma historia, la eterna danza del amor y del deseo.
Abres los ojos y piensas, quizás alguno de esos grillos sea Titono, hijo del rey de Troya, convertido en inmortal por Zeus a petición de Eos, diosa de la Aurora, perdidamente enamorada del muchacho. Mas se olvidó pedirle también la juventud eterna, por lo que Titono, con el paso del tiempo, envejeció y se arrugó hasta convertirse en un grillo, un grillo que ya no canta “cri, cri” sino “Mori, mori”. Desde entonces, al amanecer, Eos, cuando lo escucha, llora en silencio y sus lágrimas mojan la hierba.

domingo, 14 de julio de 2013

Instante 41. El tiempo y la hormiga

El tiempo camina por debajo,
protegido del sol por la sombra de la barriga,
juguetea con los pies hasta hacernos caer de bruces contra el suelo
y enseñarnos a la hormiga laboriosa
que nos roba las uñas,
que se baña en las lágrimas que brotan de nuestros ojos.

jueves, 11 de julio de 2013

Instante 40. En el caos

A falta de conclusiones, de verdades inmutables. ¿qué nos queda? Nos queda la duda, la contradicción, la dualidad manifiesta. Nos queda la imaginación, la búsqueda. La invención de espacios, de tiempos pasados reconstruidos, manipulados, rescatados. Nos queda la perplejidad, la memoria inventada..., la lenta mirada que escruta, que fija, que recompone el caos.

Instante 39. Despedida

Una noche sin luna, espacio vacío.
Contemplo tus ojos, inalcanzables.
Escucho tu risa, cada vez más distante.
Observo como tus pasos se alejan entre la arena.

El tiempo vivido se escapa entre los dedos,
se aparta, se escabulle, se pierde...
se desvanece en los rincones de esta noche oscura,
tras el silencio oculto de tus palabras.

viernes, 14 de junio de 2013

Instante 38. Ausencia

Intento saludarte desde esta orilla.
Te miro buscando una respuesta
mientras sonríes a la brisa que mueve las hojas.
Nunca vi tus ojos tan abiertos,
nunca vi tu paso tan firme.
Cruza una paloma la plaza
y la sigo intentado averiguar su camino.
Cuando vuelvo la mirada no encuentro tu silueta,
solo un espacio vacío que poco a poco se llena de aire.

sábado, 25 de mayo de 2013

La ejecución. Relato

Ordenaron colocarle una venda en los ojos. Miró, por última vez, la flor que crecía entre las grietas. Unos soldados ejecutaron la orden con rapidez. Sintió como la oscuridad lo abrazó en un instante y esperó en silencio. Tardaron unos segundos. Percibió, entre tanto, cada movimiento... y escuchó, mientras un leve frío recorría su cuerpo, como el sable cortaba el aire antes de atravesar su afeitado cuello.

Instante 37. De noche

Son las tres de la mañana,
una luna inmensa recorre el cielo,
un suave viento agita las ramas
y, en la tierra húmeda,
los insectos vigilan el paso de la noche...
En la casa dormida, mis pasos recorren
la silueta de un sueño.

martes, 21 de mayo de 2013

Instante 36. La emoción


Te asalta de repente, te impregna.
Intentas controlarla, a veces lo logras,
a veces fracasas... y sucumbes y te arrastra.
A veces la emoción es tan intensa
que duele...
Y te muerdes el labio para hacerte daño
porque dicen que un dolor
solo se calma con otro más fuerte.

domingo, 19 de mayo de 2013

Instante 35. Y sin embargo se mueve


Cuando subes al castillo de Chinchilla después de serpentear por sus calles empinadas y miras al oeste, contemplas el mar de la mancha, un mar plagado de colores, el verde vivo del trigo y la cebada, el rojo de la tierra, el verde oscuro de la carrasca, el gris de las tierras cercanas al horizonte, el azul del cielo y el amarillo del sol que desciende despacio. Son casi las ocho de la tarde y te sientas mirando a poniente como otras personas a tu alrededor, no miras fijamente para no quemarte la vista mientras esperas la maravilla del ocaso. Sopla una brisa fresca, estas en el mes de abril, hace frio y recuerdas, te lo contaban de pequeño, que en ese castillo, convertido en penal durante muchos años, los presos morían de frio con la complicidad de los gobiernos de turno. La fortaleza domina todo el plano, enclavada en uno de los pocos montículos del lugar, que como islas emergen en este mar de tierra, cereales y carrascas. El sol ha perdido fuerza y ahora lo miras sin miedo. Poco a poco va escondiéndose y percibes la sensación de que no es él el que se mueve, es la tierra y tu con ella quienes os alejáis en dirección contraria, en dirección al este. Hoy por primera vez has percibido el movimiento de rotación y recuerdas la famosa frase que pronunció Galileo, tras ser obligado por la inquisición a adjurar de sus teorías heliocéntricas,  “ Y sin embargo se mueve”.

Instante 34. Una mañana de primavera


Para variar, suena Leonard Cohen en el CD. El coche circula despacio bajo un día luminoso y sosegado. El mar a mi derecha, plagado de luciérnagas de agua, es una balsa quieta, en calma. En mi cerebro bullen ideas dispersas, proyectos a medio realizar, decisiones que debería tomar y no tomo. Me impregno de la luz, del ritmo lento e intento navegar en esa tormenta que se agita dentro de mi cuerpo. Paro el motor y cierro los ojos, mientras tanto suena Famous blue raincoat bajo la plácida mañana de un día de primavera soleado, de un día acariciado por la brisa y el salitre del mar

jueves, 28 de marzo de 2013

Instante 33. A veces

Juego a protestar y a abrir caminos,
sueños con espacios libres llenos de miel.

Me miento con palabras hiladas y análisis certeros.

Necesito esas mentiras para percibir tu aliento,
para sentir que no estoy solo
y hay algo que vale la pena en este puto mundo.

A veces me despierto y solo veo fango, a veces me levanto.
A veces confío en que ocurra algo
aunque sé a ciencia cierta que ese algo no va a ocurrir.

A veces sueño, a veces me engaño,
a veces espero, a veces dejo pasar el tiempo y el sol brilla de nuevo
... la desazón se desvanece
y vuelvo a confiar en que ocurrirá algo.

domingo, 24 de marzo de 2013

Recordando a Petra

El 1 de octubre de 1992 moría Petra Kelly junto a su compañero Ger Bastian, él le disparó a ella y después se suicidó, muchos piensan que fue una muerte pactada, un suicidio conjunto cansados de la deriva de un mundo que no aceptaban, quiero pensar que fue así, que fue un acto de desobediencia.




Sus palabras en el Bubdestag en noviembre de 1983 se vuelven hoy imprescindibles:

Todo poder estatal es relativo. Si se entiende la obediencia como elemento de convivencia, la lealtad tiene sus límites allí donde se pone en juego el bien de la comunidad. El sí al Estado es siempre un sí condicionado. La constatación innegable de la injusticia de un mandato es criterio decisivo para la oposición a determinadas prescripciones de la autoridad estatal. [...] La cuestión decisiva es que las leyes del Estado no son leyes absolutas... En determinados casos, en los que están en juego cuestiones de gran relevancia moral, la desobediencia pacífica a la ley, acompañada de determinadas medidas de precaución que ayudan a mantener el respeto a la institución del derecho, no sólo es legítima, sino que se convierte en una obligación de conciencia.”





Primero,
dicen que fue primero, un disparo seco, a bocajarro, en tu cabeza.
Luego,
dicen que fue luego, un disparo frio, firme, en la suya.
Silencio,
después el silencio y el lento brotar de la sangre..., la vida escapada.
Miedo,
si mucho miedo, angustia y desazón cuando las cucarachas gamadas invaden la hierba.
Fuego.
Te fuiste gritando ¡no hay salida! No hay salida escribieron las balas tras el fuego.
No hay salida,
Petra, no hay salida, no hay aliento, solo un recuerdo dormido.


miércoles, 20 de marzo de 2013

La desazón. Relato


Había oído hablar de la amargura del triunfo, de la soledad de la victoria... de esa desazón, de esa nausea que ahora le invadía y le oprimía la garganta.
Por primera vez, creía Jonas, haber luchado, quizás, haber atacado sin cuestionarse medios, sin reparos, para defender algo que sentía como propio, algo que no estaba dispuesto a dejarse arrebatar. Tras personificar al enemigo, lo había acorralado y obligado a rendirse, a renunciar... Sentía que había ganado, pero no era capaz de saborear su exito.
Varios días que le parecieron meses tardó en decidirse, siempre había sido vago y dubitativo. Recogió unos libros, dos o tres, los que creía imprescindibles, un bolígrafo, papel, un muda y algo de dinero, no necesitaba más equipaje. Compró un billete solo de ida, ropa nueva y subió a un tren.
Una vez sentado en el departamento, por primera vez en varios días, la calma envolvió su cuerpo. Mientras abría uno de los libros, el tren comenzó a moverse y una sonrisa se fue dibujando en sus labios.

lunes, 18 de marzo de 2013

Instante 32. Tristeza

Te inunda, te atrapa, te apresa... vas cayendo en sus redes sin darte cuenta. Es como el monóxido de carbono, que poco a poco, con sigilo, impregna tus pulmones, circula por tus venas y va apagando el cerebro, luz a luz, lentamente, con suavidad, hasta que el último interruptor da paso a la oscuridad absoluta, a la negritud infinita, donde ya nada sientes, ni siquiera la propia tristeza.