La noche es tranquila, el
viento ha cesado, los árboles descansan y el cielo lleno de
estrellas anuncia frio. La humedad cala los cuerpos, los dedos
tiemblan sobre el teclado y la mente vaga entre palabras que surgen
en la pantalla. Una tras otra atraviesan el cristal y se
materializan, una tras otra recorren cada rincón de la habitación y
se evaporan. Como tantas otras noches, la página queda en blanco. Es
30 de diciembre, el año agoniza cansado de tanto dolor y tanta
rabia, y tu ahí sentado esperas, conocida espera, a que venga el
sueño y te transporte a la calma, al descanso profundo y
despreocupado.
martes, 31 de diciembre de 2013
domingo, 29 de diciembre de 2013
Instante 47. El viento y el sueño
Se acerca fin de año. Afuera, el viento agita
las ramas y dispersa los sueños, sueños que vagan, que buscan una cama
donde anidar y dar sentido al lento fluir de los pasos de un hombre
cansado, de un individuo sentado frente al televisor a la espera de que algo
imprevisto le transporte. Los dedos, torpes por el frío, viajan sobre el teclado e intentan
dibujar, escupen palabras inconexas, frases aprendidas y a veces,
solo a veces, traspasan la linea y se zambullen en el sueño que, por
la ventana entreabierta, entró huyendo del viento.
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jueves, 12 de diciembre de 2013
Tiempos gélidos
Hace ya más de cuatro
años que escribo en este blog, aunque, todo hay que decirlo, este
último no ha sido muy prolijo. Desde hace unos días repaso algunos
escritos y recupero textos, en el fondo todos los suscribo, aunque
muchos los modificaría...
Mientras escribo estas
notas, afuera hace frio, el viento agita las ramas y dibuja figuras
siniestras en las paredes. La gente abandona la calle, se dispersa,
regresa a su rincón y espera ¿qué espera?... “La Voz” bate
récords de audiencia, la tele da calor, un calor ficticio que
funciona. La nueva ley de seguridad ciudadana rematará la faena, el
señor ministro y el tiempo se alían para vaciar las calles. Hay que
legislar el derecho a la huelga y crear una ley de servicios mínimos,
ya está bien que los trabajadores secuestren a los ciudadanos, qué
protesten de otra manera, por facebook por ejemplo. Así, todos
perdidos, dispersos, alejados, conectados por la red, espiados por la
NSA y solos, solos ante la bestia que nos devora uno a uno, en la
privacidad de un mensaje de texto.
El nuevo sistema represor
no es violento, no mancha de sangre el asfalto, llega por correo
certificado en forma de sanción administrativa, la puedes recurrir,
pero a veces es más caro el recurso que la propia multa, la sanción
desconcierta, genera conflicto, distrae, retrae y paraliza. No es
represión, dicen, es la aplicación estricta de la ley ¿que ley? la
de ellos, la que dice no protestes, tan solo vota cuando sea el
momento, conviértete en mayoría silenciosa y laboriosa.
El frio aumenta y viento
arrecia, la calle habitada por sombras, tan solo un ser vivo se mueve
en el paisaje, en el contenedor de papel un joven traspasa el
contenido a un carrito del mercadona, si le pillan le puede caer una
multa ¿otra multa? pero qué más multa que la de recorrer las
calles en una noche fría y ventosa. Lo he visto otras veces ¿pensará
en la posibilidad de que le multen por atracar un contenedor?? Creo
que no, no tiene nada que perder y sí algo que ganar, 10 o 12 euros
con el papel sustraído, 10 o 12 euros para gastarse en comida.
Hace frio, son momentos
gélidos y desangelados. Sigo repasando escritos colgados hace
tiempo, mientras, en la calle, la vida continua bajo la luz de la
luna, luz que no evita que la helor penetre en los huesos y paralice
el alma.
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viernes, 8 de noviembre de 2013
Solo dos meses
Dos meses parecen un
corto espacio de tiempo, pero en un blog son una eternidad, una
parálisis, un agujero negro que engulle los gritos, las risas, las
diversas divagaciones que fluyen de tus dedos mientras en el equipo
de música suena Salif Keita. Lento, cadencioso, alarga el tiempo, lo
estira al compás de un ritmo repetitivo e intenso.
La arena bajo tus pies,
imaginas un paseo en la playa, mientras llega a tus oídos el cierre
de canal 9 y la reacción de los trabajadores: se quitan por fin la
mordaza y salen a la calle a transmitir lo que le ocurre a la gente y
no la realidad que impone el poder, a buenas horas.
El aire caliente penetra
en la casa, el ritmo fluye, activa la mente, las articulaciones y las
ganas. El ritmo, la vida y el ritmo, para no caer en el tedio, preso
de lo anodino. Apago la radio, huyo de la realidad, de esa realidad
falsa y casposa.
Desde hace un tiempo leo
poco la prensa, intento no morir atrapado en la mentira, en la burda
invención de un mundo feliz, sin crisis y con una economía en
crecimiento ¿qué crecimiento? el de los tumores que destruyen las
neuronas, esas células que excitan la membrana plasmática y
conducen el impulso nervioso capaz de ayudarnos a salir de la
parálisis.
Dos meses, solo dos meses
y el lento fluir de las letras al ritmo de la música africana.
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martes, 3 de septiembre de 2013
Instante 46. Noche de agosto en la playa de Cabo de Gata
Miras al Este, la luna, inmensa, redonda, emerge tras
la negra silueta de la Sierra de Gata.
A la derecha, al Sur, la mar se acerca a la orilla, la lame, la riega. A la izquierda, al Norte, las salinas y sus
flamencos, tras ellos el desierto cubierto de plástico “productivo”. Al Oeste, las luces lejanas de Almeria y la sombra espectral de la Sierra de Gador.
Te tumbas y contemplas como la luna despierta e ilumina el agua. Como viaja sobre las olas que golpean la playa y contempla las caricias de unos pies que se buscan. Como irradia la arena, esos granos blancos y grises, esas conchas y cristales pulidos por la fuerza del agua y del viento.
Te tumbas y contemplas como la luna despierta e ilumina el agua. Como viaja sobre las olas que golpean la playa y contempla las caricias de unos pies que se buscan. Como irradia la arena, esos granos blancos y grises, esas conchas y cristales pulidos por la fuerza del agua y del viento.
La luna, el silencio, la noche, la
brisa, la sierra... El tiempo paralizado bajo un manto de estrellas
ilimitado, profundo, inabarcable.
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sábado, 31 de agosto de 2013
Instante 45. Esperando a la luna
Hoy, como tantas otras noches a lo largo de tu vida,
te alejas de la ciudad, te sientas en la tierra
y miras el cielo.
Aspiras despacio el humo,
esperas a que la bruma se aleje de tu
mente,
a que la sangre fluya despacio,
a que el tiempo se detenga
y la luna, esa luna en cuarto menguante,
aparezca entre las ramas de
los árboles
y te acune en su regazo.
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domingo, 18 de agosto de 2013
Instante 44. Cansancio
Cansado de mirar tus ojos
y no ver nada.
Cansado de recorrer las
calles cuando anochece.
Cansado de buscar tu voz
entre arrugados papeles, la pantalla del ordenador o el móvil
apagado.
Cansado de imaginarme
momentos logrados.
Cansado de escuchar tus
latidos alejándose calle abajo.
Cansado de esperar una
respuesta...
y solo hallar el silencio
monótono que generan los ruidos cotidianos.
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instante 43. Un mes después
Un mes después...
el tiempo sigue su camino,
el sol quema inmisericorde el paisaje,
la hormiga continua laboriosa robándote
las uñas
y tus lágrimas no logran que brote una
flor.
Un mes después...
el tiempo, la hormiga, tus lágrimas...
y el sol en una esquina del encuadre.
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Instante 42. Verano, calor y grillos
Hace bochorno y oyes como
el canto de los grillos, “cri, cri” , inunda la noche. Intentas
averiguar de donde viene, no lo logras, pues según parece lo emiten
en una longitud de onda similar a la distancia que separa, entre si,
a nuestros oídos, algo que dificulta su localización. Cierras
los ojos e imaginas a los grillos frotando sus alas para atraer a las
grillas, “cri, cri”, “estoy aquí y soy grande”. Siempre la
misma historia, la eterna danza del amor y del deseo.
Abres los ojos y piensas,
quizás alguno de esos grillos sea Titono, hijo del rey de Troya,
convertido en inmortal por Zeus a petición de Eos, diosa de la
Aurora, perdidamente enamorada del muchacho. Mas se olvidó pedirle
también la juventud eterna, por lo que Titono, con el paso del
tiempo, envejeció y se arrugó hasta convertirse en un grillo, un
grillo que ya no canta “cri, cri” sino “Mori, mori”. Desde
entonces, al amanecer, Eos, cuando lo escucha, llora en silencio y
sus lágrimas mojan la hierba.
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domingo, 14 de julio de 2013
Instante 41. El tiempo y la hormiga
El tiempo camina por debajo,
protegido del sol por la sombra de la
barriga,
juguetea con los pies hasta hacernos
caer de bruces contra el suelo
y enseñarnos a la hormiga laboriosa
que nos roba las uñas,
que se baña en las lágrimas que
brotan de nuestros ojos.
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jueves, 11 de julio de 2013
Instante 40. En el caos
A falta de conclusiones, de verdades
inmutables. ¿qué nos queda? Nos queda la duda, la contradicción,
la dualidad manifiesta. Nos queda la imaginación, la búsqueda. La
invención de espacios, de tiempos pasados reconstruidos,
manipulados, rescatados. Nos queda la perplejidad, la memoria
inventada..., la lenta mirada que escruta, que fija, que recompone el
caos.
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Instante 39. Despedida
Una noche sin luna, espacio vacío.
Contemplo tus ojos, inalcanzables.
Escucho tu risa, cada vez más
distante.
Observo como tus pasos se alejan entre
la arena.
El tiempo vivido se escapa entre los
dedos,
se aparta, se escabulle, se pierde...
se desvanece en los rincones de esta
noche oscura,
tras el silencio oculto de tus
palabras.
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viernes, 14 de junio de 2013
Instante 38. Ausencia
Intento
saludarte desde esta orilla.
Te
miro buscando una respuesta
mientras
sonríes a la brisa que mueve las hojas.
Nunca
vi tus ojos tan abiertos,
nunca
vi tu paso tan firme.
Cruza
una paloma la plaza
y
la sigo intentado averiguar su camino.
Cuando
vuelvo la mirada no encuentro tu silueta,
solo
un espacio vacío que poco a poco se llena de aire.
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sábado, 25 de mayo de 2013
La ejecución. Relato
Ordenaron colocarle una
venda en los ojos. Miró, por última vez, la flor que crecía entre
las grietas. Unos soldados ejecutaron la orden con rapidez. Sintió
como la oscuridad lo abrazó en un instante y esperó en silencio.
Tardaron unos segundos. Percibió, entre tanto, cada movimiento... y
escuchó, mientras un leve frío recorría su cuerpo, como el sable
cortaba el aire antes de atravesar su afeitado cuello.
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Instante 37. De noche
Son las tres de la mañana,
una luna inmensa recorre el cielo,
un suave viento agita las ramas
y, en la tierra húmeda,
los insectos vigilan el paso de la
noche...
En la casa dormida, mis pasos recorren
la silueta de un sueño.
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martes, 21 de mayo de 2013
Instante 36. La emoción
Te asalta de repente, te impregna.
Intentas controlarla, a veces lo
logras,
a veces fracasas... y sucumbes y te
arrastra.
A veces la emoción es tan intensa
que duele...
Y te muerdes el labio para hacerte daño
porque dicen que un dolor
solo se calma con otro más fuerte.
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domingo, 19 de mayo de 2013
Instante 35. Y sin embargo se mueve
Cuando subes al castillo
de Chinchilla después de serpentear por sus calles empinadas y miras
al oeste, contemplas el mar de la mancha, un mar plagado de colores,
el verde vivo del trigo y la cebada, el rojo de la tierra, el verde
oscuro de la carrasca, el gris de las tierras cercanas al horizonte,
el azul del cielo y el amarillo del sol que desciende despacio. Son
casi las ocho de la tarde y te sientas mirando a poniente como otras
personas a tu alrededor, no miras fijamente para no quemarte la vista
mientras esperas la maravilla del ocaso. Sopla una brisa fresca,
estas en el mes de abril, hace frio y recuerdas, te lo contaban de
pequeño, que en ese castillo, convertido en penal durante muchos
años, los presos morían de frio con la complicidad de los gobiernos
de turno. La fortaleza domina todo el plano, enclavada en uno de los
pocos montículos del lugar, que como islas emergen en este mar de
tierra, cereales y carrascas. El sol ha perdido fuerza y ahora lo
miras sin miedo. Poco a poco va escondiéndose y percibes la
sensación de que no es él el que se mueve, es la tierra y tu con
ella quienes os alejáis en dirección contraria, en dirección al
este. Hoy por primera vez has percibido el movimiento de rotación y
recuerdas la famosa frase que pronunció Galileo, tras ser obligado
por la inquisición a adjurar de sus teorías heliocéntricas, “ Y
sin embargo se mueve”.
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Instante 34. Una mañana de primavera
Para variar, suena
Leonard Cohen en el CD. El coche circula despacio bajo un día
luminoso y sosegado. El mar a mi derecha, plagado de luciérnagas de
agua, es una balsa quieta, en calma. En mi cerebro bullen ideas
dispersas, proyectos a medio realizar, decisiones que debería tomar
y no tomo. Me impregno de la luz, del ritmo lento e intento navegar
en esa tormenta que se agita dentro de mi cuerpo. Paro el motor y
cierro los ojos, mientras tanto suena Famous blue raincoat
bajo la plácida mañana de un día de primavera soleado, de un día
acariciado por la brisa y el salitre del mar
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jueves, 28 de marzo de 2013
Instante 33. A veces
Juego a protestar y a abrir caminos,
sueños con espacios libres llenos de
miel.
Me miento con palabras hiladas y
análisis certeros.
Necesito esas mentiras para percibir tu
aliento,
para sentir que no estoy solo
y hay algo que vale la pena en este
puto mundo.
A veces me despierto y solo veo fango,
a veces me levanto.
A veces confío en que ocurra algo
aunque sé a ciencia cierta que ese
algo no va a ocurrir.
A veces sueño, a veces me engaño,
a veces espero, a veces dejo pasar el
tiempo y el sol brilla de nuevo
... la desazón se desvanece
y vuelvo a confiar en que ocurrirá
algo.
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domingo, 24 de marzo de 2013
Recordando a Petra
El
1 de octubre de 1992 moría Petra Kelly junto a su compañero Ger
Bastian, él le disparó a ella y después se suicidó, muchos piensan que fue una muerte pactada, un suicidio conjunto cansados de la
deriva de un mundo que no aceptaban, quiero pensar que fue así, que
fue un acto de desobediencia.
Sus
palabras en el Bubdestag
en noviembre
de 1983 se
vuelven hoy imprescindibles:
“Todo
poder estatal es relativo. Si se entiende la obediencia como elemento
de convivencia, la lealtad tiene sus límites allí donde se pone en
juego el bien de la comunidad. El sí al Estado es siempre un sí
condicionado. La constatación innegable de la injusticia de un
mandato es criterio decisivo para la oposición a determinadas
prescripciones de la autoridad estatal. [...] La cuestión decisiva
es que las leyes del Estado no son leyes absolutas... En determinados
casos, en los que están en juego cuestiones de gran relevancia
moral, la desobediencia pacífica a la ley, acompañada de
determinadas medidas de precaución que ayudan a mantener el respeto
a la institución del derecho, no sólo es legítima, sino que se
convierte en una obligación de conciencia.”
Primero,
dicen que fue primero, un
disparo seco, a bocajarro, en tu cabeza.
Luego,
dicen que fue luego, un
disparo frio, firme, en la suya.
Silencio,
después el silencio y el
lento brotar de la sangre..., la vida escapada.
Miedo,
si mucho miedo, angustia
y desazón cuando las cucarachas gamadas invaden la hierba.
Fuego.
Te fuiste gritando ¡no
hay salida! No hay salida escribieron las balas tras el fuego.
No hay salida,
Petra, no hay salida, no
hay aliento, solo un recuerdo dormido.
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miércoles, 20 de marzo de 2013
La desazón. Relato
Había oído hablar de la
amargura del triunfo, de la soledad de la victoria... de esa desazón,
de esa nausea que ahora le invadía y le oprimía la garganta.
Por primera vez, creía
Jonas, haber luchado, quizás, haber atacado sin cuestionarse
medios, sin reparos, para defender algo que sentía como propio, algo
que no estaba dispuesto a dejarse arrebatar. Tras personificar al
enemigo, lo había acorralado y obligado a rendirse, a renunciar...
Sentía que había ganado, pero no era capaz de saborear su exito.
Varios días que le
parecieron meses tardó en decidirse, siempre había sido vago y
dubitativo. Recogió unos libros, dos o tres, los que creía
imprescindibles, un bolígrafo, papel, un muda y algo de dinero, no
necesitaba más equipaje. Compró un billete solo de ida, ropa nueva
y subió a un tren.
Una vez sentado en el
departamento, por primera vez en varios días, la calma envolvió su
cuerpo. Mientras abría uno de los libros, el tren comenzó a moverse
y una sonrisa se fue dibujando en sus labios.
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lunes, 18 de marzo de 2013
Instante 32. Tristeza
Te inunda, te atrapa, te
apresa... vas cayendo en sus redes sin darte cuenta. Es como el
monóxido de carbono, que poco a poco, con sigilo, impregna tus
pulmones, circula por tus venas y va apagando el cerebro, luz a luz,
lentamente, con suavidad, hasta que el último interruptor da paso a
la oscuridad absoluta, a la negritud infinita, donde ya nada sientes,
ni siquiera la propia tristeza.
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