Presos de un cruel fatalismo, acabaremos aceptando como inevitable la reforma laboral, mediante la cual algunos trabajadores perderemos ciertas migajas para paliar las deficiencias de otros... Entre tanto, los gurús de la economia, sentados en sus poltronas, vaticinaran años de bonanza mientras se reparten bonus y primas de productividad.
martes, 24 de noviembre de 2009
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