"...Quien siempre sabe a donde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."
(Javier Cercas, La velocidad de la Luz)

domingo, 11 de enero de 2015

Instante 66. Mañana de diciembre en Torre Garcia

Se ha levantado un día claro y aprovechas la mañana para visitar una playa del Cabo de Gata, una playa situada entre la Rambla del Agua y la Rambla de las Amoladeras, la playa más occidental del parque. Han pasado 35 años desde que estuviste allí la primera vez. Hace frío y las olas golpean la orilla con una cadencia rítmica similar a la de entonces. Recuerdas la impresión que te produjo esa imagen, acostumbrado como estabas a playas de arena lisa donde las olas rompen lejos y llegan mansas a no ser que haya temporal. El sol refleja en el agua su energía mientras el viento del norte, frío y constante, te acaricia la cara, único espacio de piel visible, y devuelve los granos de arena a la orilla, al contacto con el agua, del negro al blanco, del gris al rojizo, colores que dibujan las pisadas que dejas tras de ti. Tenias entonces 20 años y caminabas por la orilla, sorprendido de que algo tan especial se hallara tan cerca de donde vivías, mirabas alrededor y no veías urbanizaciones, ni bloques de hormigón. Descubres esta mañana que ha cambiado poco, están las dunas, los tarays y el silencio, y a lo lejos Retamar. El tiempo ha pasado y para tu sorpresa la playa sigue ahí, salvaje, acogedora, vestigio vivo de un paisaje que se resiste a sucumbir al cemento y al turismo, que se mueve al ritmo pausado del viento y de las olas.

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