"...Quien siempre sabe a donde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."
(Javier Cercas, La velocidad de la Luz)

domingo, 28 de noviembre de 2010

Página de sucesos. Relato

Fue un golpe seco lo que por unos instantes paró el tiempo y disolvió la prisa. Si la prisa, ese virus que penetra a traición y una vez dentro se asienta, echa raíces, te atenaza y poco a poco acaba contigo.
El despertador lleva más de media hora sonando, por fin lo oyes. Cansada, después de haber pasado una mala noche, te levantas de mal humor. Tu hijo, de siempre madrugador, sigue durmiendo, de buena gana lo dejarías y volverías a la cama, pero no es sábado ni domingo, es miércoles y te has levantado con retraso. El crío a regañadientes se viste, se lava y desayuna, a sus ocho años es muy responsable y entiende que hay que darse prisa. Lo abrigas bien, hace frío y en la moto más aún. Salís disparados, no hay tiempo que perder, lleváis demasiadas broncas, tanto en el colegio como en el trabajo. El tráfico va fluido por lo que aprietas el puño, con un poco se suerte llegareis a tiempo. Las nueve menos tres minutos, aprietas más el puño, sin darte cuenta te saltas un ceda el paso, una furgoneta circula por la calle que vas a cruzar, también va con el tiempo justo, podría no haber ocurrido pero coincidís y chocas contra la aleta delantera. Aturdida buscas a tu hijo y no lo ves, lo llamas, te quedas paralizada cuando alguien te indica que tu hijo salió despedido hacia adelante, salto la furgoneta y se estampó contra el asfalto. Ya no hay prisa, hay incredulidad y dolor, mucha incredulidad, mucho dolor y mañana, una pequeña nota en la página de sucesos.

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