"...Quien siempre sabe a donde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."
(Javier Cercas, La velocidad de la Luz)

sábado, 13 de agosto de 2011

Aleluya! Aleluya!


Aleluya! Aleluya!.
El Papa llega a España, tierra pecadora, y perdona los pecados a los arrepentidos, a los hijos pródigos, a los humildes que reconocen sus errores pasados.
Aleluya! Aleluya!.
Miles de mujeres que un día abortaron arrastradas por la conciencia laxa de una sociedad perdida que buscaba la igualdad, la solidaridad, el pensamiento libre, reconocen su error y peregrinan en busca del perdón.
Aleluya! Aleluya!.
Confesión pública, expiación de los pecados.
Aleluya! Aleluya!.
Millones de jóvenes del mundo se reúnen alrededor de los valores eternos: La castidad, el sometimiento a la autoridad, la familia cristiana, la propiedad privada, la caridad como única forma de justicia social.
Aleluya! Aleluya!
El Papa reparte indulgencias a los descarriados que vuelven al redil y pide el voto para aquellos partidos que defienden al orden divino.
Aleluya! Aleluya!
Milagro en Madrid, un gobierno laico cede patrimonio público para un negocio privado.
Éxtasis, júbilo, beneficios fiscales, dinero para el vaticano.
Aleluya! Aleluya!
La Iglesia y sus pastores, amantes del buen comer, celebran el encuentro entre platos de diseño, vinos de marca y lujos desmedidos. Aquí no hay crisis, ellos en comunión con Dios, rezan por nuestro fututo, entre canapes de langosta y copas de Don Perignon.

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