(Relato que debía de haber enviado al concurso Relatos en cadena, que se emite, en el programa Hoy por Hoy de la Cadena SER, los jueves a las diez y media de la mañana. Este cuento tenía que haber concursado el jueves pasado, pero no llegué a tiempo para enviarlo)
Tachan, tachan. Nada por aquí, nada por allá. La página en blanco y los dedos indecisos, las teclas inmóviles y la mente dando vueltas a una idea, o quizás a dos, pero sin encontrar las palabras. Pasan los minutos, las horas y hasta los días y no surgen, no hacen acto de presencia. No hay nada que hacer, se va a cumplir el plazo y no podrá enviar el relato. De pronto aparece una frase, una frase simple que le sugiere, que descorcha la botella y las palabras brotan como burbujas liberadas, se precipitan sobre la página. Cae cada una en su sitio, tejen una historia, dan forma a un cuento que se plasma ante sus ojos. Faltan solo cinco minutos, corrige con rapidez, lo da por concluido, pulsa enter y en la pantalla aparece un mensaje: “Envío fuera de plazo”.
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