"...Quien siempre sabe a donde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."
(Javier Cercas, La velocidad de la Luz)

viernes, 4 de mayo de 2012

Crónica de un desajuste. Relato


Brilla un sol sofocante y además llueve. Empapado de sudor y lluvia, enfundado de asombro y perplejidad camina perdido. No sabe que pensar, ¿donde se halla?. Su memoria, entre rayos de sol y cortinas de agua, regresa cien, doscientos, mil metros. Su casa, las llaves, el café, la ducha, la alarma del despertador. Todo cotidiano, normal, metódico, ¿dónde puede hallarse la clave de este desajuste que lo desorienta? Si todo lo ha ejecutado en los tiempos precisos, con el ritmo adecuado, con la repetición exacta que provoca la costumbre ¿a qué viene esta fusión solar y acuosa que envuelve su recorrido diario? Decide revisar todos los datos, tiene que averiguar donde ha errado.
Consulta el reloj...¡Horror!, lleva más de diez minutos de retraso, la climatología le ha afectado. Analiza mentalmente sus últimos pasos y, ante su asombro, comprueba que ha perdido la sincronización adquirida a lo largo de los años. Se sienta en el escalón de un portal e intenta poner orden a las cosas, pero, ¡joder! el hecho de sentarse ya es una concesión al caos. Decididamente algo se ha desajustado, algo que como no corrija con rapidez desbaratará toda su tranquila existencia.
Mientras repasa notas y datos, que ordena buscando el error que ha provocado tal desbarajuste, no percibe la confusión que lo paraliza. Mientras sigue buscando respuestas que no encuentra, pierde la noción del espacio y se le para el reloj, ese artilugio que regula y da orden a su vida.
Anochece, la lluvia escampa y el sol se oculta. Se siente cansado, la barba ha hecho aparición en su cara, manchas y arrugas inundan su traje, las ojeras acompañan su mirada. Ya nada importa, sigue sentado, pues ha perdido el tiempo, la orientación y hasta las ganas de seguir.

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