No
hace falta ir al discurso anarquista o comunista para encontrar una
definición del Estado como una estructura al servicio de la clase
dominante. Según Jean-Jacques Rousseau, en su Discurso sobre la
Desigualdad, las leyes del estado “dieron nuevos obstáculos al
débil y nuevas fuerzas al rico, […] fijaron para siempre la ley de
la propiedad y de la desigualdad, hicieron de una hábil usurpación
un derecho irrevocable, y sometieron desde entonces, para provecho de
algunos ambiciosos, a todo el género humano al trabajo, a la
servidumbre y a la miseria”.
Se
habla mucho del llamado estado del bienestar o del estado social y de
derecho como un periodo en el que el Estado, mediante el pacto
social, se convirtió en un arbitro que regulaba los intereses
contrapuestos del capital y la clase trabajadora. Algunos añoran ese
modelo como el mejor de los mundos posibles, más allá de utopías
inalcanzables. Lo que no dicen quienes argumentan esto es que ese
periodo, corto en la historia y no generalizado en la población
mundial, se basó en un pacto de no agresión interno de algunos
países del norte mantenido gracias a la explotación o extracción
de la plusvalía de los países del sur o países en vías de
desarrollo.
Pero
cuando la necesidad aprieta, cuando la plusvalía desciende o corre
el peligro de descender, entre otras cosas debido al descubrimiento
de que el planeta es finito y el crecimiento tiene un limite difícil
de superar, el poder económico toma directamente el poder político
para reconducir la situación. La revolución neoliberal fue la
respuesta a esta situación, revolución que fue ganando terreno y
que actualmente se ceba en Europa. Un capitalismo sin plusvalías no
tiene razón de existir por lo que hay que replantear la estructura,
la globalización es el mecanismo que da al capital mayor libertad de
movimientos. Para este proceso la clase política clásica, presa de
concepciones caducas, no vale y surge una nueva clase, los
tecnócratas de nuevo cuño, economistas y ejecutivos ligados a las
grandes corporaciones, que toman las riendas del estado para
controlar los procesos de desregulación y apropiación de nuevas
plusvalías. “...Hay momentos en los que la clase
propietaria dirige directamente el estado. George Bush y sus
camaradas magnates del petroleo fueron uno de esos casos” (Terry
Eagleton, “Por qué Marx tenía razón”). En Europa asistimos al
desmantelamiento del estado del bienestar capitaneado por ejecutivos
del poder financiero que causó la crisis financiera de 2008, entre los que destacan: Mario
Draghi, al frente del BCE. Otmar Issing, miembro del directorio del
bundesbank y del comité ejecutivo de BCE. Karl van miert, presidente
del partido socialista flamenco y comisario europeo de transportes,
fallecido en 2009. Peter Sutherland, director del la OMC de 1993 a
1995, fue delegado del Gobierno
de Irlanda en la Comisión de las Comunidades Europeas a cargo de la
política de competencia y desempeñó un papel clave en el rescate de
su pais. Antonio
Borges, director del departamento de Europa
del FMI, hasta finales de 2011. Mario Monti, presidente de Italia.
Lucas Papademos, exvicepresidente del BCE y primer ministro griego
desde noviembre pasado. Petros Christodoulos, actual responsable del organismo que gestiona la deuda griega y anterior
director de Bank National of Greece, desde el año 2006, fue
el encargado de diseñar los productos con los que Goldman camuflaba
la deuda griega. Y Jim O'Neill presidente desde 2010 de la empresa Goldman
Sachs y participante
destacado en Bruegel,
un
think
tank (laboratorio
de ideas,
centro
de reflexión)
europeo en temas de economía internacional y de política monetaria,
presidido por Jean Claude Trichet y del que Mario Monti es presidente
de honorario. Precisamente, ese centro de reflexión publicó un
documento sobre un mecanismo europeo para resolver las crisis de
deuda soberana en Europa:"A
European Mechanism for Sovereign Debt Crisis Resolution: A proposal".
Este
mecanismo, que se está aplicando a los paises perifericos de Europa,
retoma algunas de las ideas manejadas durante la Crisis económica
argentina. Cosas de la globalización y el mercado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario