"...Quien siempre sabe a donde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."
(Javier Cercas, La velocidad de la Luz)

domingo, 19 de mayo de 2013

Instante 35. Y sin embargo se mueve


Cuando subes al castillo de Chinchilla después de serpentear por sus calles empinadas y miras al oeste, contemplas el mar de la mancha, un mar plagado de colores, el verde vivo del trigo y la cebada, el rojo de la tierra, el verde oscuro de la carrasca, el gris de las tierras cercanas al horizonte, el azul del cielo y el amarillo del sol que desciende despacio. Son casi las ocho de la tarde y te sientas mirando a poniente como otras personas a tu alrededor, no miras fijamente para no quemarte la vista mientras esperas la maravilla del ocaso. Sopla una brisa fresca, estas en el mes de abril, hace frio y recuerdas, te lo contaban de pequeño, que en ese castillo, convertido en penal durante muchos años, los presos morían de frio con la complicidad de los gobiernos de turno. La fortaleza domina todo el plano, enclavada en uno de los pocos montículos del lugar, que como islas emergen en este mar de tierra, cereales y carrascas. El sol ha perdido fuerza y ahora lo miras sin miedo. Poco a poco va escondiéndose y percibes la sensación de que no es él el que se mueve, es la tierra y tu con ella quienes os alejáis en dirección contraria, en dirección al este. Hoy por primera vez has percibido el movimiento de rotación y recuerdas la famosa frase que pronunció Galileo, tras ser obligado por la inquisición a adjurar de sus teorías heliocéntricas,  “ Y sin embargo se mueve”.

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