La noche es tranquila, el
viento ha cesado, los árboles descansan y el cielo lleno de
estrellas anuncia frio. La humedad cala los cuerpos, los dedos
tiemblan sobre el teclado y la mente vaga entre palabras que surgen
en la pantalla. Una tras otra atraviesan el cristal y se
materializan, una tras otra recorren cada rincón de la habitación y
se evaporan. Como tantas otras noches, la página queda en blanco. Es
30 de diciembre, el año agoniza cansado de tanto dolor y tanta
rabia, y tu ahí sentado esperas, conocida espera, a que venga el
sueño y te transporte a la calma, al descanso profundo y
despreocupado.
martes, 31 de diciembre de 2013
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