"...Quien siempre sabe a donde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."
(Javier Cercas, La velocidad de la Luz)

domingo, 16 de enero de 2011

El regreso. Relato

(Texto enviado al concurso Relatos en cadena para el pasado día 13, no seleccionado y por eso aparece aquí)

Nadie, en varios kilómetros a la redonda, sabría decir su nombre y eso que había nacido allí. Nada le resultaba familiar, su casa convertida en una discoteca, el río desviado y canalizado para mayor aprovechamiento del agua. Había vuelto a su origen, pero éste había desaparecido con el viejo olivo que acogía sus juegos. Se paró ante una oficina bancaria, en su época, la casa del maestro. Se palpó la sobaquera y entró, no quedaban huellas del pasado, todo era frío y extraño. Se acercó a la cajera y apuntándole con la pistola le pidió que accionara la alarma. Si todo salia bien no tardaría en estar entre gente conocida. 

1 comentario:

  1. Quedarse solo tiene esas cosas. Mejor es leer un libro entre tinieblas. Y desde luego, tener siempre descargada la pistola.

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