Tiendo la ropa para aventar ideas. Busco tareas para ahuyentar los demonios. Vago entre calles vacías y montañas de escoria. Observo el lento declinar del sol tras la colina y el vuelo de las hojas arrastradas por el viento.
Tiendo la ropa y percibo su humedad en la piel. Afuera los gatos escarban la basura que antes alguien removió a conciencia, buscaba algo que aliviara su situación. Cierro la ventana, me refugio en la nada y espero la llegada de la suave caricia del sueño.
Un instante para romper con la rutinaria vida de mierda que os toca vivir.
ResponderEliminarsaludos
El otro día, al tender la ropa, se me ocurrió prender fuego a la sábana. El resultado fue espectacular. Mucho más, cuando, en un intento por deshacer entuertos, arrojé el lienzo flamígeno hasta el contenedor de basuras lleno de gatos. Gatos, ahora, chamuscados.
ResponderEliminartío: estamos a dos de abril. Llevas un siglo sin escribir.
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