Te inunda, te atrapa, te
apresa... vas cayendo en sus redes sin darte cuenta. Es como el
monóxido de carbono, que poco a poco, con sigilo, impregna tus
pulmones, circula por tus venas y va apagando el cerebro, luz a luz,
lentamente, con suavidad, hasta que el último interruptor da paso a
la oscuridad absoluta, a la negritud infinita, donde ya nada sientes,
ni siquiera la propia tristeza.
lunes, 18 de marzo de 2013
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Hoy leo que la había un tiempo en el que sentirse triste, desear la muerte o estar desesperado era lo que estaba de moda. ¿Sabes dónde?..."París no se acaba nunca". E.V.M.
ResponderEliminarNuestro común amigo, Roda, fan incondicional podrá decir algo más acertado.
Besos.
Pd.: encantada de leerte.
joder, llevas desde diciembre sin colgar ningún escrito y cuelgas esto, además sin acabar, lo suyo es que desarrolles la explicación de la puta tristeza......
ResponderEliminarBueno, está bien. Dos o tres copas me debes.
Posdata: (que muchas ganas de escribir no tienes, no)