Te asalta de repente, te impregna.
Intentas controlarla, a veces lo
logras,
a veces fracasas... y sucumbes y te
arrastra.
A veces la emoción es tan intensa
que duele...
Y te muerdes el labio para hacerte daño
porque dicen que un dolor
solo se calma con otro más fuerte.
A veces, sólo a veces, funciona, pero difícilmente podemos obviar lo que nos rodea mordiéndonos los labios.
ResponderEliminarBesos.
Parece que yo también te había perdido la pista...