Hay artículos o entrevistas que cuando los lees no te llaman la atención, los olvidas fácilmente. A veces ocurre que al cabo de un tiempo la memoria los recupera y los buscas, pero como no llevas un archivo no los encuentras, menos mal que está Internet y consigues, después de un tiempo de búsqueda, leerlos de nuevo.
Algo de eso me ha ocurrido con la entrevista a Jaquelin Lugo, cubana de 31 años, publicada en la contraportada de El País el 16 de agosto de este año. Emigrante económica, casada con un español, que se plantea volver a su país, "Carencias tiene Cuba. Pero es mejor eso que la tortura de vivir en la abundancia de aquí sin acceso a ella".
Su marido lleva dos años en el paro y cobra la ayuda de 412 euros para mayores de 52 años. Ella trabaja en un supermercado a tiempo variable cobrando entre 300 y 900 euros al mes, según el horario que trabaje. Son cosas de la crisis, que no golpea a todos igual y que agudiza las diferencias sociales, "Solo hay crisis para los parados y para las pequeñas y medianas empresas. A las grandes les va mejor que nunca". Jaquelin resume en esta frase lo que las élites gobernantes se niegan a admitir: el expolio que unos pocos llevan a cabo a costa de la dignidad de una mayoría aturdida y atrapada por la maquinaria de un sistema injusto, mentiroso y porque no decirlo, criminal.
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