Días de calor, ritmo lento, pausado.
Es como hibernar pero en versión invertida.
Las ideas no fluyen, esperan.
Las neuronas dormitan bañadas en gintonic.
La perra se arrastra por el suelo fresco.
La lagartija, escondida en un rincon de la jardinera.
Las calles vacias, vacantes.
El tiempo aparcado, ausente.
Tan solo las hormigas desfilan por las aceras.
Rios de sudor, sudan los edificios,
se agrietan, buscan un respiro,
un poco de aire para su cansada piedra.
La gente huye del sol,
se refugia en rincones, pequeños rincones,
donde dormir. Es tiempo de siesta.
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