"...Quien siempre sabe a donde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."
(Javier Cercas, La velocidad de la Luz)

domingo, 9 de mayo de 2010

Cuentos encadenados 18: Complejo de Edipo

Por fin se encontraba a gusto, estaba en casa. Lejos de ruidos, atascos, problemas. Como en casa en ninguna parte, ya lo decía su madre.
La fuga había sido una insensatez, una niñería y el ya no tenía edad para esas cosas. Había sido una fiebre pasajera, pero como toda fiebre ya había remitido, pediría perdón, volvería a ser un buen chico, dócil y obediente, trabajador y educado. Regresaría a la rutina de siempre, su madre lo entendería, las madres lo entienden todo y como no había dejado huellas, todo sería como antes, como antes que esa mujerzuela lo trastornara... me trastornara.
Me lo había advertido mamá, no te fíes de las mujeres, tu eres bueno e ingenuo y ellas se aprovecharan, no te vayas, pero no le hice caso, estaba poseído, atrapado en su red diabólica, pero la destruí, me liberé y vuelvo a casa, a mi hogar, a sus caricias, a sus abrazos, a los susurros nocturnos, al calor de su cuerpo.

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