"...Quien siempre sabe a donde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."
(Javier Cercas, La velocidad de la Luz)

sábado, 29 de mayo de 2010

Una de vampiros

Viernes 28 de mayo, son las nueve de la noche acabo de llegar a casa, me siento en el sofá y pongo la tele: “La agencia de calificación Fitch rebaja la calificación de la deuda española”. Apago la tele y pongo la radio: “El gobierno rebaja un 7,7 por ciento el limite de gasto para el año que viene. El PP lo considera poco ambiciosos por lo que anuncia que votara en contra”.
Obligado a cumplir planes de austeridad, amenazado con reformas laborales, soliviantado con la voracidad de los bancos, mosqueado con la impunidad con la que los mercados, agencias de calificación y demás chollos financieros estrujan, descuartizan, machacan y finalmente imponen su ley. Apago la radio, no quiero oír, quiero olvidarme aunque solo sea por cinco minutos de la dichosa crisis, pero esta noche la crisis lo inunda todo, es un magma pegajoso que se adhiere a la piel y no hay jabón que lo arranque.
Resignado vuelvo al sofá y cojo un periódico atrasado, leo la entrevista con Susan George en la contraportada de “El País” del 26-5-2010. En ella la politóloga norteamericana afirma: “Tomo fenómenos que parecen complejos y los hago más simples sin simplificarlos” y mediante ese sistema analiza la crisis, su origen, explica de una manera gráfica que son los derivados financieros, esos que tan alegremente han llevado el sistema al borde del abismo: “Compro el seguro de su casa sin que usted lo sepa, la incendio, queda reducida a cenizas, y cobro el seguro”. Así de claro, así de simple, nos han robado la cartera y quieren que paguemos la cuenta del bar.
No se si por apatía, desconcierto, ignorancia, cansancio o perplejidad, pero hemos dejado en los piromanos la potestad para dirigir a los bomberos, limpiar el solar y reconstruir la casa por el módico precio de nuestra integridad, de nuestra sangre. Me levanto del sofá, cuelgo cabezas de ajos a lo largo de la casa, saco del cajón de las herramientas un martillo y una estaca de madera y me siento a esperar la llegada de los vampiros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario