(Relato enviado al concurso Relatos en cadena para concursar el día 13 de mayo de 2010)
La mujer de la foto sonreía. Tenía una sonrisa dulce, acogedora. No la conocí, no se hablaba de ella en casa, solo era una fotografía en la mesita, junto a la jarra de agua y al despertador que todas las mañanas sonaba a la misma hora.
Al principio me intimidaba, oía a mi padre hablar con ella todas las noches, pero con el tiempo me acostumbré a su compañía, a que me vigilara cada vez que entraba en la habitación y robaba algún cigarro.
Nunca me regañó, siempre me acogía y, en silencio, escuchaba aquellas historias que solo ella y yo conocemos.
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