"...Quien siempre sabe a donde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."
(Javier Cercas, La velocidad de la Luz)

domingo, 30 de mayo de 2010

Divagaciones de una tarde de domingo

Domingo, maldito domingo, son las diez de la noche, el fin de semana agoniza, un fin de semana corto, demasiado corto. En frente una semana larga, demasiado larga, una semana presa de horarios, cinco días de obligaciones, de estar aquí o allá, de producir.
Lo importante es producir, no importa que, pero producir. ¡Que la rueda no pare!. Y ¿si la rueda parara?, y si un día, un día cualquiera, presos de una pereza contagiosa nadie fuera a trabajar, ¿qué ocurriría?. Da vértigo pensarlo, da miedo, es el miedo a la libertad que nos hace comulgar con la rutina impuesta, con la productividad absurda. Si nos paráramos todos a la vez y nos diéramos cuenta que este camino solo nos lleva al abismo estaríamos dando los primeros pasos en la buena dirección.
Lo triste es que enseguida aparecerían aquellos que harían negocio con el cambio de rumbo, chiringuitos varios ofreciendo un beneficio rápido, un placer instantáneo, y sin darnos cuenta, como atrapados en un laberinto, volveríamos al punto de partida, a la productividad absurda e innecesaria, al ritmo frenético, al caos organizado.
Domingo, maldito domingo, podría ser sábado, un sábado eterno e inagotable..

No hay comentarios:

Publicar un comentario