Resolver el problema del frío desmesurado era cuestión de esfuerzo y algo de dinero, pero la escritura no daba los beneficios deseados, tan solo espacios circulares en los que solía quedar atrapado. Para combatirlo tendría que recurrir, como tantas otras veces, a las mantas, el café caliente y el papel, no había otro remedio. El papel, dicen, genera calor y absorbe la humedad por lo que decidió trasladarse a vivir al estudio. Fue allí donde recluido se fue olvidando de todo, donde lo encontraron transformado en objeto. Firme y tieso, como una pieza de terracota, pasaba inadvertido, se había transformado en un elemento decorativo más de una habitación pequeña repleta de libros.
sábado, 23 de octubre de 2010
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