La luz llega plana, horizontal, cálida con tonos ocres, casi anaranjados. Genera contrastes marcados, zonas de luz, zonas de sombra. El cielo, azul intenso, limpio, despejado, contempla el vuelo inquieto de golondrinas, gorriones y los primeros murciélagos. Buscan alimento, se acercan a las farolas, donde los mosquitos revolotean alrededor de las bombillas ya encendidas. Por un segundo todo encaja, se para el tiempo, quedan lejos la crisis, la guerra de Libia, la fuga radioactiva o la “rendición” de un gobierno “cómplice” al terrorismo de ETA. Es tan solo un paréntesis que reconforta, que da sentido y estabiliza, que acalla los exabruptos de la derecha, las manipulaciones y los sobresaltos de las noticias. Es un instante etéreo, alejado del ruido, en el que sentarse en un banco y no hacer nada es una decisión perfecta.
sábado, 2 de abril de 2011
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