"...Quien siempre sabe a donde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."
(Javier Cercas, La velocidad de la Luz)

domingo, 24 de abril de 2011

Libía, el dilema de algunos pacifistas

El pasado 30 de marzo, en el diario Público, Vicenç Fisas, director de la Escuela de Cultura de Paz de la Universitat Autónoma de Barcelona, publicó un articulo, “El malestar de la guerra”, en el que justificaba la guerra en Libia, “... yo personalmente y con reservas me he decantado por la intervención, como mal menor.” Llama la atención el uso de un eufemismo para, quizás sin pretenderlo, justificar la “guerra legitima” como medio de evitar males mayores. No pretendo rebatir sus argumentos, pues las dudas también me acosan en este caso, pero creo que su argumentación aunque llena de buenas intenciones se basa en cimientos algo resbaladizos.
Más adelante, el señor Fisas, afirma: “Una de las partes en contienda, además, como Gadafi en este caso, se ensaña especialmente sobre los civiles, no dudando en arrasar a las ciudades que conquista o que debe abandonar en la retirada.”, da por hecho algo de lo que no hay pruebas o al menos los medios de comunicación no han presentado, quizás se refiera a posibles intenciones del sátrapa, pero ¿no estaríamos utilizando la misma argumentación que en Irak y sus famosas armas de destrucción masiva?, ¿no estaríamos justificando la doctrina de la guerra preventiva?. Continua después con una argumentación contra la guerra que aún compartiéndola no termino de entender que pinta en un articulo que pretende justificarla, “Lo contrario a la guerra es la diplomacia y el arte de negociar. Es el reverso como forma de regular los conflictos. Se dice que la guerra es la continuación de la política por otros medios, pero en realidad es el fracaso de la política.”. Se queja de que “continuamos anclados en un viejo sistema de estado-nación con ejércitos propios, montados en una espiral armamentista que engulle más de 4.000 millones diarios”, pero no relaciona que son precisamente los países que patrocinan la intervención los principales beneficiarios de esa espiral, que alimentan continuamente. Termina sentenciando que “El futuro es el de un mundo sin ejércitos nacionales, y en todo caso con unas fuerzas disuasivas en manos de Naciones Unidas.”, pero ¿qué Naciones Unidas?, ¿estas que, controladas por las potencias, son solo una tapadera para poder ejercer el viejo dominio colonial de siempre?. Convertir el pacifismo en una coartada más para que las potencias perpetúen su dominio, bajo la excusa de ayudar a la democracia no deja de ser un engaño y una trampa dialéctica.
Lo que está ocurriendo en Libia ya ha ocurrido otras veces, las potencias dejan de apoyar a un dictador cuando este pierde fuerza y cambiando de bando pasan a financiar a los rebeldes, para que su triunfo no atente contra los intereses económicos de occidente. En 1986, el gobierno de EE.UU. que había apoyado la dictadura de Ferdinand Marcos en Filipinas, cuando éste fue derrotado por una serie de movilizaciones, cambió y apoyó a las nuevas fuerzas, intentando exitosamente que el cambio fuera muy limitado. Lo mismo ocurrió en Indonesia en 1998, con Suharto y lo mismo intentan realizar ahora en Egipto, que el gobierno de EE.UU. intenta presentar como el modelo para los otros países árabes .” (Viçen Navarro, “¿Por qué la invasión de Libia?”, Revista digital SISTEMA, 8 de abril 2011)

1 comentario:

  1. 200 niños objetos de abusos sexuales en Benghazi. Levantamiento masivo en Tobruk y Bengazi contra los rebeldes. Ver en:

    http://aims.selfip.org/~alKvc74FbC8z2llzuHa9/default_libia.htm

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