Todos apretujados en aquel enorme congelador esperaban en silencio ser identificados, embalsamados, llorados y finalmente incinerados como lo que eran, personas de orden y cadáveres educados, pero la crisis no perdona ni a los muertos. La falta de personal en la morgue retrasaba los procesos, generaba atascos, problemas de espacio cada vez más complicados. Cansados de tanta demora, el desaliento cundía entre los finados, sobre todo desde que circulaba entre ellos el rumor de la existencia de un plan de choque que eliminaría las listas de espera.
He oído que van a sumergirnos en formol. ¿Seguro?. Eso dicen. No puede ser. Pues aún hay más. Di, di. No, mejor me callo no vayáis a tener pesadillas y me deis mala noche.
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