Ya hace unos días que, huyendo de polémicas trasnochadas, me refugio entre sus libros y voy con Caín a la Caverna a buscar Todos los Nombres, todas las letras, todas las frases.
Por las mañanas me miro al espejo y encuentro a ese Hombre Duplicado que siempre me acompaña, a veces pierdo la noción del espacio y no se cual es el original y cual la copia. Entonces, para averiguarlo, para descubrir su juego, ese Ensayo entre la Lucidez y la Ceguera, entre la ironía y la reflexión, necesito lavarme la cara con agua muy fria, helada.
Hay momentos en que Viajo a lomos de un Elefante y me pierdo entre palabras y disfruto y caigo y sueño y me despierto en Lisboa, sentado en las escaleras de la Rocha do Conde de Obidos. Es de noche y miro al puerto, sus gruas, sus barcos, sus mástiles y las luces que alumbran los muelles y la mar de aguas oscuras. Aspiro el olor a océano y me quedo sentado sin nada que hacer, atrapado en su mundo, relajado...
Obrigado, José, Obrigado
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