"...Quien siempre sabe a donde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."
(Javier Cercas, La velocidad de la Luz)

martes, 12 de enero de 2010

Cuentos encadenados 4: El cajero automático



A las copas nocturnas, a los paseos por el muelle, al ruido del mar contra el rompeolas, al balanceo de las barcas, al olor a salitre, al bullicio de la lonja, al pescado fresco... a nada estaba dispuesto a renunciar. Al café caliente, al frio de la madrugada, al regreso a casa, a la ducha cálida, a la cama limpia, al sueño profundo, al reposo tranquilo, al pescado a la plancha, a la luz del día entrando por la ventana, al pan tostado, al vino jugoso, a la buena comida, a la sonrisa cercana... en definitiva, lo quería todo, lo esperaba todo.

El ruido del tráfico lo despertó, recogió los cartones, bebió un trago del tetrabrik de sangria y salió del cajero. Estaba nublado y hacia frío..., se abotonó la gabardina y se dispuso a deambular otro día más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario