“Este gordo ocupa mucho lugar, mejor que vaya andando. El ejercicio quizás le haga adelgazar o muera en el camino. Si ocurriera esto último, no seríamos responsables, habría actuado la selección natural.”
Cuando oía estas palabras cada mañana antes de iniciar la etapa, miraba al grupo, cada vez más pequeño, casi sin componentes gruesos, y el miedo me invadía. ¿Quiénes serian los próximos?, ¿los bajos?, ¿los calvos?, ¿los gafotas?... que más daba. El juego consistía en eso, una prueba de resistencia, de eliminación y solo había premio para el primero. Era cuestión de estar atento y no dejarse atrapar por el miedo.
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