"...Quien siempre sabe a donde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."
(Javier Cercas, La velocidad de la Luz)

sábado, 21 de mayo de 2011

Relatos de un asesino 11. Encargo rechazado

No recuerdo que detalles llamaron mi atención. Eran cosas sin importancia que empezaron a obsesionarme, objetos fuera de su lugar que juraría no haber tocado. Me sentía vigilado, sabía que había cometido un error, que había invadido un terreno prohibido y más pronto que tarde pagaría por ello. Aceptaba pocos encargos, siempre muy estudiados, intuía que usarían alguno para tenderme una trampa.
Aquella mañana cuando sonó el teléfono, pensé en no cogerlo, desaparecer unos días o quizás meses rondaba mi cabeza. La voz era directa, clara, expeditiva. Me indicó que abriera el sobre que había al lado del teléfono y no colgara, esperaba mi respuesta. El sobre, que no entendía como había llegado allí, pero empezaba a comprenderlo, era de tamaño folio, acolchado, no llevaba sello ni dirección. Dentro encontré dos cuadernos. En uno un dossier que me comprometía, plagado de datos que podrían llevarme a la cárcel. En el otro, toda la información necesaria para ejecutar un encargo que no estaba dispuesto a cumplir. Debía de matar a una joven y a cambio la información sobre mí sería destruida. Era el pago por haber liquidado a tres de sus chulos, por haberme inmiscuido en sus negocios. No es que valorara la vida de aquella muchacha, ella ya estaba sentenciada, si no lo hacía yo lo haría otro, matones no les faltaban, es que no soportaba que me dieran ordenes, yo elegía los encargos y no estaba dispuesto a cambiar a pesar de las posibles consecuencias. Rechacé la oferta y colgué el teléfono con brusquedad, supe en ese instante que había firmado mi sentencia, pero como no suelo arrepentirme de mis actos y ya estaba un poco cansado preparé una copa y me senté a esperar su respuesta. Sabía que esta sería implacable, solo era cuestión de tiempo, no sabía cuanto, aunque intuía que no demasiado.

1 comentario:

  1. Buen relato, me ha recordado a Rodion, asesino a su pesar y la pesada carga de la moral que se debate entre lo correcamente aceptable.
    Un saludo

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