"...Quien siempre sabe a donde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."
(Javier Cercas, La velocidad de la Luz)

martes, 16 de febrero de 2010

Cuentos encadenados 11: Manipulación

El tiempo se parará y por fin reinará el silencio”. En miles de móviles timbró al unísono este mensaje. Todas las televisiones y radios se despertaron con el mismo anuncio. Las ciudades amanecieron plomizas e invadidas de carteles con idéntico eslogan. ¿Qué ocurría? se preguntaba la gente, nadie sabia la respuesta. Miles de conjeturas, teorías, hipótesis y supuestos sobrevolaban las conversaciones en bares, oficinas y supermercados. Las colas en las gasolineras se hacían interminables. Las tiendas de alimentación agotaban las existencias. Las pilas, velas y lamparas de carburo eran objetos codiciados. Fueron horas de desconcierto, horas de caos e incertidumbre. Muchos huyeron de la ciudad y se refugiaron en el campo, otros aprovecharon la situación para saldar cuentas pendientes. Hubo saqueos, atracos e incendios provocados. Hubo manifestaciones, altercados y piquetes de defensa armados hasta los dientes. La policía se vió desbordada, el gobierno incapaz de controlar la situación movilizó al ejercito. Al anochecer, el toque de queda dejó desiertas las calles.
Y el sol brillará en un día esplendido”. La gente se despertó al son de esta frase repetida continuamente por altavoces, radios y televisores. Era una mañana radiante, una mañana soleada de invierno en la que apetecía pasear. Fue decretado día de fiesta oficial, las multitudes, alegres y despreocupadas, deambularon por plazas y bulevares, por parques y jardines. Recorrieron paseos y alamedas. Disfrutaron del sol y del asueto merecido.
Habían superado la amenaza, el miedo se había esfumado, la vida reverdecía... el futuro era claro y diáfano.

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