"...Quien siempre sabe a donde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."
(Javier Cercas, La velocidad de la Luz)

domingo, 13 de marzo de 2011

La camisa. Relato-réplica

(Nueva réplica sobre un relato de mi amigo Cipri, el enlace del original es:
http://lacomunidad.elpais.com/antoni/2009/1/7/la-camisa-cuento-navideno-
Un saludo.)

La habitación le pareció húmeda y con poca luz. Sabía que otros presos , tras cumplir largas condenas, habían pasado los primeros días de libertad entre aquellas paredes. Inseguros y sin tener claro su futuro, al igual que él, se enfrentaban a la ausencia de las rutinas que habían marcado su existencia en los últimos años. El cuarto se hallaba desnudo, tan solo una cama, un colchón, una manta, un juego de sabanas, una mesa, una silla, una bombilla y una guía de “como planchar una camisa adecuadamente”. Sintió curiosidad, la cogió y la leyó atentamente. Al día siguiente compró una plancha y una camisa, una camisa cara, fabricada en popelina de algodón egipcio. Tras un mes practicando consideró que el último planchado era el correcto, no era necesario seguir, por lo que dejó la camisa sobre la mesa, perfectamente plegada, a la espera de ser utilizada. El problema ahora era buscar una celebración importante, una boda, una entrega de premios..., un entierro, donde poder lucir su caída. Pasados unos días, quizás una semana, decidió que había llegado el momento. Primero escribió una nota, una escueta nota, que dejo sobre la prenda. Después se quitó el cinturón, se subió a la silla y enganchó la correa en el gran cáncamo que presidía el techo, donde en otro tiempo debió de colgar una lampara demasiado grande para la habitación. Pasó el otro extremo alrededor de su cuello y ajustó fuertemente la hebilla. Mientras observaba la camisa impoluta, dio una patada a la silla y entre los estertores imaginó como le sentaría una vez puesta.

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