"...Quien siempre sabe a donde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."
(Javier Cercas, La velocidad de la Luz)

domingo, 19 de junio de 2011

Disociado. Relato

Cuando se levantó aquella mañana, el sol ya calentaba las habitaciones. Se encontraba muy liviano y con el sentido de la observación agudizado. Lo primero que percibió, a pesar de que vivía solo, fue la casa habitada por individuos que parecían desdeñarle. Después de observarlos atentamente comprobó que eran replicas de él mismo, copias que algún dios maligno habría hecho de su cuerpo mientras dormía o efectos de una borrachera mal digerida. Decidió no alterarse y esperar, deseando que tan solo fueran fruto de una somnolencia matutina. Todos lo ignoraban, se movían como abstraídos, sin relacionarse entre ellos, sin alterar un clima, entre onírico y real, que no entendía. Le llamaron la atención, el afanoso dedicado a limpiar y ordenar el caos de casa, el indignado preocupado por el devenir de un mundo a la deriva, el coqueto mirándose al espejo mientras se aseaba meticulosamente, el lector empedernido imbuido en lecturas variadas, el indolente amante de la pereza y la desidia, el abducido por el televisor verdadero experto en el mando a distancia... Cada minuto que pasaba la complejidad de la situación aumentaba, aparecía un nuevo inquilino que asumía un aspecto diferente de su rutinaria vida y ocupaba un espacio vacío de su pequeña casa. Cada minuto transcurrido era una pincelada menos que lo transformaba en algo más diminuto y más etéreo.

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